Platicas – de vida –
Por: Claudia Rosales.
Itaewon fue hace una semana el escenario dantesco donde muchos jóvenes perdieron la vida; algunos resultaron seriamente heridos y otros, sobrevivieron.
Dos de esos sobrevivientes, son de Mexicali, son cachanillas: Caro y Juli, jóvenes estudiantes de la UABC que están desde hace dos meses en Corea del Sur y que en el festejo de Halloween decidieron sumarse a la festividad en el barrio de Itaewon, famoso por sus miles de tiendas para visitar, su multiculturalidad y su vida nocturna.
La noche transcurría como se esperaba, con miles de personas disfrazadas y alegoría por las calles hasta que el barrio comenzó a saturarse a tal grado que, decidieron retirarse y optaron por tomar uno de los callejones que iban de bajada a la estación del metro… y ahí, justamente ahí fue el lugar donde sucedió la tragedia: Una estampida de gente que crecía como una bola de nieve, pero era una bola de seres humanos, tal como lo describen las sobrevivientes.
El escenario cambió de alegórico y colorido a una verdadera pesadilla.
La historia en cada espacio y en cada renglón es diferente para cada una de esas almas y seres, unos que siguen vivos con el recuerdo, y otros que no pudieron dar su testimonio y hoy descansan.
Carolina y Juliana, sobrevivieron.
Se sabe que la supervivencia es una capacidad que poseemos todos los seres vivos para sobrepasar circunstancias que puedan atentar contra nuestra vida y que, al momento de vernos de frente con el último suspiro, hacemos todo lo posible e imposible, así como lo inimaginable de una forma inmediata y espontánea, para poder sobrevivir.
Es entonces cuando de una caja de pandora salen recursos que no sabíamos que existían.
Juliana, en sus testimonios nos describe cómo fue quedando atrapada hasta no sentir sus piernas, mismas que ya no tocaban el piso y al ver y saber que podría perder su movilidad y que las personas debajo de ella como las de su alrededor; así como el muchacho que estaba encima de ella, comenzaron a quedar inconscientes, decidió dejar de concentrarse en sus piernas y destinar toda su energía a respirar.
Se dio cuenta que si inhalaba por la nariz sus pulmones no se expandían, porque estaban apretados entre tanta gente y optó entonces por respirar en pequeñas aspiraciones de aire constante por la boca, con respiraciones cortas.
De algún lugar del disco duro salió el recurso para sobrevivir y de lo más profundo de su corazón se manifestó la motivación para aferrarse a la vida: Volver a ver a su mamá.
Y es aquí donde me detengo a reflexionar en la fuerza que tiene el amor.
Si bien es cierto, el cuerpo y la mente en un principio, reaccionaron instintivamente ante la situación y luego en el discernimiento entre abandonarse o luchar, el amor se hizo manifiesto y representó un motivo para dejar de pensar que ella sería la próxima en morir; y en el momento en que se sintió en “como en un limbo” vio la cara de Leonor, su mamá.
Entonces, decidió centrar sus fuerzas en respirar y respirar hasta que alguien la salvara, porque ella tenía que volver a ver a su mamá… y para su fortuna, así fue.
Y una vez más, el amor haciendo presencia con la mano y la fuerza de un desconocido que venía rescatando a los que pudiera; digamos que la extensión de un ángel en el cuerpo de un humano que la vio, la jaló y la sentó en sus piernas hasta que ella pudiera recobrar el aliento y la capacidad para ponerse de pie.
La primera llamada fue a su mamá; habían pasado poco más de 40 minutos y en ese lapso, más de cien voces se apagaban…
Caro y Juli sobrevivieron y son voceras, testimonios de vida que nos recuerdan el valor de la gratitud y el privilegio de cada respiro. La tarea ahora será sobreponerse a pesar de las heridas físicas y psicológicas y trabajar en lo aprendido.
Estoy segura que quien se tope con ellas, será privilegiado. Ellas, como muchos otros que han sobrevivido a circunstancias adversas o catastróficas, generalmente se convierten en ejemplos de fortaleza y recordatorios andantes del verdadero sentido de este camino.
Sin duda, el tiempo de recuperación para cada quien será distinto, los recursos emocionales y la estructura de apoyo también; así que, en casos como este, el dicho de “más vale paso que dure y no trote que canse” embona muy bien.
Hoy, dedico este artículo a la memoria de quienes partieron esa noche, enciendo una vela en mi alma por cada uno de ellos y agradezco infinitamente al universo, que entre los sobrevivientes se encuentren Caro y Juli…dos corazones muy fuertes, con una voluntad fortalecida.
Ps.1. “La Juli”, es parte de mi familia, es la hermana que mis hijos adoptaron como tal. Hija de “La Leo”, una de mis mejores y más amadas amigas desde la infancia.
Ps.2. Como siempre lo he dicho: “Mi corazón es cimarrón” La UABC se la ha rifado con apoyo y presencia…no esperaba menos de nuestra Alma Máter.
Ps.3. No se necesita sobrevivir para valorar y abrir los brazos en gratitud por cada momento y oportunidad que se nos presenta…sí, ya sé, sueno a que estoy dando un sermón, lo admito. Van a decir “esta ya chocheó” y pueeque sí pero también puede ser que lo que les comparto aplique para todas las edades… ¡NUNCA ES TARDE PARA BAILAR UN MAMBO CON LA ESCOBA! (Volar en ella, no he podido, por más que lo intento)
Ps.4. Mi reconocimiento a Leonor, por haber formado a una niña -ahora mujer- segura y decidida, valiente, sensible. Que ella haya sido su inspiración para sobrevivir, habla de un lazo muy, muy fuerte; de una labor de entrega constante (que me consta) porque esa amiga mía es “mucha madre”.