Terremotos que marcaron a México: la memoria del 85, la brecha de Guerrero y la urgencia de la prevención sísmica

Investigaciones recientes muestran que la composición del subsuelo y la historia sísmica de la capital exigen estrategias de protección civil más sofisticadas
A cuatro décadas del terremoto de 1985 que marcó a México el 19 de septiembre, la memoria colectiva revive no solo el impacto de aquel evento, sino también la urgencia de mantener la prevención y la protección civil como prioridades nacionales.
Carlos Valdés González, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM y exdirector del Servicio Sismológico Nacional (SSN) y del Centro Nacional de Prevención de Desastres, subrayó que la lección más importante que han dejado los grandes terremotos en la historia del país es la necesidad de estar preparados y atentos ante la posibilidad de nuevos desastres.
Aunque el sismo de 1985 dejó una huella profunda, Valdés González recordó que México ha experimentado movimientos telúricos incluso más intensos, lo que refuerza la importancia de no bajar la guardia.
El especialista destacó, de acuerdo con información difundida por la máxima casa de estudios, que la prevención y la protección civil deben ser el eje de la respuesta social ante la amenaza sísmica.
“Estos grandes sismos son un proceso colectivo, es decir, recordamos lo que en esos momentos hacíamos; es un punto de contacto porque son fenómenos psicológicos que impactan a todos”, afirma.
La experiencia compartida de los terremotos, según Valdés González, trasciende la estadística y se convierte en un elemento fundamental de la identidad y la resiliencia de la sociedad mexicana.
Las cifras recientes confirman la vigencia de la amenaza sísmica en el país. En los primeros ocho meses de 2025, se han registrado más de 21 mil sismos, mientras que en 2024 el SSN reportó 33 mil 418 eventos.
El SSN, que el 5 de septiembre celebró 115 años de operaciones, mantiene una vigilancia constantesobre la actividad sísmica nacional. La magnitud y frecuencia de estos movimientos obligan a la población a mantenerse informada y a seguir las recomendaciones de seguridad, ya que la historia demuestra que la prevención es la mejor defensa ante los desastres naturales.
El recuento histórico de los terremotos más intensos en México revela la magnitud del desafío. El sismo de 1787, con epicentro en la costa de Oaxaca, alcanzó una magnitud estimada de 8.6.
Posteriormente, en 1932, las costas de Jalisco y Colima fueron sacudidas por un movimiento de 8.2, mientras que el 7 de septiembre de 2017, un sismo de igual magnitud en el Golfo de Tehuantepectuvo un impacto limitado en el centro del país debido a su profundidad de 45.9 kilómetros.
El llamado sismo de El Ángel, ocurrido el 28 de julio de 1957 con magnitud 7.6 y epicentro en San Marcos, Guerrero, es recordado por la caída del Ángel de la Independencia en la Ciudad de México. Más recientemente, el 19 de septiembre de 2017, un sismo de 7.1 con epicentro entre Puebla y Morelos y a 57 kilómetros de profundidad, volvió a poner a prueba la capacidad de respuesta de la capital y sus alrededores.
El sismo de 1985, aunque no fue el de mayor magnitud, resultó especialmente devastador para la Ciudad de México. Valdés González explica que el evento, de magnitud 8,1 y con epicentro bajo las costas de Michoacán y parte de Guerrero, rompió una falla de 180 kilómetros de longitud.
Las ondas sísmicas recorrieron cientos de kilómetros, pero en la capital el movimiento se sintió en algunos puntos incluso con mayor intensidad que en la zona epicentral. El experto detalló que en áreas de suelos blandos, como el centro de la ciudad, la intensidad puede multiplicarse hasta 30 veces en comparación con zonas de suelos duros como el Pedregal.
Para ilustrar la propagación de la ruptura, utiliza una analogía: “Es como poner aceite en el piso: voy corriendo y en cuanto llego al área me resbalo, agarro más velocidad; en este caso, se extiende la ruptura”. Esta particularidad geológica explica en parte la magnitud de los daños sufridos en la capital.
La posibilidad de un futuro gran sismo sigue latente, especialmente en la llamada brecha de Guerrero. Valdés González señala que esta teoría se basa en el hecho de que ha pasado más de un siglo sin que se registre un movimiento significativo en esa zona.
Si ocurriera un sismo de magnitud 8 en la brecha de Guerrero, su proximidad a la Ciudad de México haría que se sintiera con mayor fuerza y duración que el de 1985, lo que implicaría exigencias extremas para las estructuras de la capital.
Sin embargo, también explicó que no todos los terremotos de gran impacto en México se originan en la costa. El experto recordó el sismo de Tehuacán, Puebla, en 1999, de magnitud 7, y el de Orizaba, Veracruz, en 1973, también de magnitud 7, que causó importantes daños en la región.
Además, mencionó el evento de 1912 en la falla de Acambay, cerca del límite entre el Estado de México y Querétaro, con magnitud 6.9, que provocó graves daños en la capital al inicio de la Revolución mexicana.
Los terremotos más fuertes a nivel mundial
En el contexto internacional, Valdés González cita algunos de los terremotos más poderosos registrados en el mundo como el ocurrido el 22 de mayo de 1960 en Chile, que fue escenario del sismo de mayor magnitud documentada, con 9.5.
En segundo lugar aparece Alaska, que sufrió un terremoto el 28 de marzo de 1964, con magnitud 9.2. El 11 de marzo de 2011, el terremoto de Tohoku, Japón, de magnitud 9.1, generó un tsunami que afectó gravemente la planta nuclear de Fukushima, con olas que alcanzaron hasta 11 metros de altura.
Más recientemente, el 30 de julio, un sismo de magnitud 8.8 en Kamchatka, Rusia, a 35 kilómetrosde profundidad, provocó la propagación de numerosas ondas sísmicas y la formación de varios tsunamis.
Para Valdés González, la magnitud de un sismo, aunque impresionante, no es el único factor determinante. Lo esencial es el potencial de estos fenómenos para causar daños y pérdidas humanas. Por ello, insiste en que la mejor estrategia ante la amenaza sísmica es mantener la prevención y la alerta como principios rectoresde la vida cotidiana.
Con información de Infobae