Editoriales

Paseando por Los Paradores de España (XV)

Carlos Mora Álvarez

“Era el gitano señorito

Y al cabo de algún tiempo mucho el menda progresó

No me habléis ninguno de vosotros a mi, asa

Ahora que le ven de esas hechuras

Le llaman to’ los payos, Gitano Señorón”.

El Gitano Señorón de Juan Legido

La presente entrega la iniciaremos con la transcripción puntual de la AÑORANZA de la columna anterior para mantener el hilo conductor, con su amable permiso; queridas amigas, apreciados amigos, distinguidas lectoras, insignes lectores.

AÑORANZA:

Cuando subimos a la habitación no lo podíamos creer.

De las dos docenas de instalaciones donde nos hemos hospedado en estos emblemáticos sitios, El Parador de Baiona superó por mucho cualquier expectativa.

Francamente no sé como mi esposa logra invariablemente los mejores ascensos a la máxima categoría posible, pero en esta ocasión, en términos taurinos “Salió por la Puerta Grande”.

El cuarto incluía; sala, comedor, recámara enorme, oficina, tres ventanales gigantescos con preciosas vistas al océano y algo sinceramente inusitado, barra libre completa, ¿Qué tal los generosos obsequios para festejar?

Pues bien, en este mágico espacio intermedio entre la frontera de Portugal y España, pernoctamos en medio de la opulenta cena celebrada en la maravillosa suite descrita líneas arriba con un “room service” intachable, por la atención personalizada, las incandescentes vistas al mar, con el sol brillando alucinante entre las olas en el fosforescente atardecer.

Fue la velada del 2 de septiembre del año 2024 – por cierto, cumpleaños de mi hermano Marco Antonio – la bendita ilusión de arribar al día siguiente, juntos por primera vez (la cuarta de mi GEMY, la segunda del escribiente) a Santiago de Compostela, no podría haber tenido mejor escenario, ni mayor corolario desde su origen en tierras lusitanas, donde sumamos la friolera de un poco menos de 40 kilómetros caminando durante tres días, de los más de 150 kilómetros que conforma el trayecto, el resto para completar la meta los realizamos en un excelente vehículo, rentado para facilitar los traslados y evitar desgastes soporíferos e innecesarios.

La mañana del 3 de septiembre, madrugamos evidentemente, para disfrutar de un energético desayuno preparado especialmente para la situación, sin embargo, sin el menor desperdicio atesoramos una serie de fotografías de las instalaciones con sus preciosas construcciones que se quedaran en nuestros corazones a perpetuidad, por la experiencia vivida.

Conducidos hábilmente por la sutil mano de mi amada GEMY, arribamos a nuestro destino final, Santiago de Compostela al norte de España alrededor del medio día, para situarnos en el último tramo que nos condujo peregrinando a pie, de la cúspide del Monte do Gozo ya en la espiritual comarca, hasta la mística Plaza del Obradoiro frente a la jerárquica Catedral, que conforma una escuadra tan episcopal como litúrgica de integración conjunta con las fornidas oficinas del Ayuntamiento.

Para concluir basta señalar que resultaron días de ensueño cumplidos, que esperamos repetir cuando la Gracia de Nuestro Dios Padre nos lo señale con sus eternas y permanentes bendiciones.

Hasta siempre, buen fin.