Editoriales

Orar bien para vivir mejor

XXX. Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C

“El publicano regresó a su casa justificado y el fariseo no”

Lucas, 18,9-14

1. El mensaje del Papa León para la Jornada Mundial de las

Misiones (Domund, 2025) invita a todos a ‘ponerse las

pilas’ para ser peregrinos y mensajeros de esperanza para

todos los pueblos y en cualquier circunstancia de la vida.

En otras palabras, es un llamado a todos los bautizados a

dar testimonio de Cristo en los nuevos escenarios del

mundo y aceptar los nuevos desafíos de la misión.

No hay duda que el mandato misionero de Jesús tiene

nuevos requerimientos. Los escenarios reales y virtuales

que hay en “todos los pueblos” pueden ser tierra buena

para la semilla del Evangelio. Ante estas nuevas

realidades y exigencias, todos los bautizados estamos

invitados a ‘salir’ para llevar el mensaje de la ternura, la

fraternidad, la cercanía y la compasión de Dios a toda la

familia humana. Ésta es la razón de ser y la misión de la

Iglesia.

2. Este domingo escuchamos otra catequesis sobre la

oración. ¿Qué tiene que ver con la misión? Si la

misericordia es el corazón palpitante del Evangelio, la

oración es la escuela necesaria para alimentar los

encuentros palpitantes que suscita el Evangelio.

Evangelización, oración y testimonio van de la mano. Si el

Evangelio es la buena noticia de salvación de parte de

Dios, la oración es el grito suplicante y agradecido de parte

del hombre y el testimonio existencial es la verificación de

lo anterior, en tiempo real.

La forma de evangelizar testimoniando es tan importante

como la forma de orar. A través de una parábola Jesús nos

enseña la forma de orar con y desde la vida. En un primer

ejemplo, Jesús nos enseña que la oración del fariseo esfalsa porque es autocomplaciente, desprecia la realidad

circundante; no necesita de Dios y abandona al prójimo.

Su oración refleja una vida alejada de Dios y del hermano;

al estar lleno de sí mismo, no hay espacio en su corazón,

ni para Dios, ni para el prójimo, es decir, no hay Evangelio.

En cambio, la oración del pecador público es humilde, está

marcada por el arrepentimiento y el deseo del perdón que

libera. Los gestos de quedarse a distancia, mirar hacia

abajo, golpearse el pecho, no sólo expresan el

reconocimiento de ser pecador sino también la fe-confianza

en la misericordia de Dios… Hay Evangelio, sale

justificado.

3. La oración brota de la vida, expresa la visión de la vida,

nos compromete con/en la vida; en la forma de proceder

de los orantes de la parábola se ve claramente. A este

respecto, el Papa Francisco ha concluido su mensaje

diciendo que “sueña con una Iglesia totalmente misionera…

Ojalá fuéramos en la Iglesia lo que ya somos en virtud del

bautismo: profetas, testigos y misioneros del Señor. Con la

fuerza del Espíritu Santo y hasta los confines de la tierra”,

➢ Orar y aceptar el mandato misionero nos compromete a

ser audaces y creativos en una nueva y urgente ‘salida’

misionera hacia un mundo, a la vez, complejo, desafiante

y fascinante

Con mi oración y bendición para la misión.

+ Sigifredo

Obispo de/en Zacatecas