Editoriales

Oh Gloria!! (segunda parte)

Carlos Mora Álvarez

Carlos Mora Álvarez

“Si me faltaras no voy a morirme
Si he de morir quiero que sea contigo
Mi soledad se siente acompañada
Por eso a veces sé que te necesito “
Pablo Milanés

De la mano de mi amada GEMY, recorrí los lugares más hermosos y emblemáticos de la Habana entre el 30 de diciembre del inolvidable 2022, hasta el 5 enero de este naciente 2023 – cuando volamos al esplendoroso Acapulco a signar emocionados el sueño de nuestras vidas – que se está perfilando a poco más de un mes de arranque en el mejor año por venir, por lo pronto. Entre El Floridita Bar, el espectáculo de fin de año en El Tropicana, la visita ( para recordar el libro favorito de SERVANDO ” El viejo y el mar ” que leyó en su infancia ) a la Marina Hemingway, nuestra maravillosa estancia, gracias a su encantador Director General, el fantástico francés don Xavier Destribats, en el gran Hotel Manzana Kempinski, con vistas increíbles desde el Penthouse sumergidos en la alberca, donde la estampa visual desde ese espacio de EL CAPITOLIO, majestuosamente concluida su remodelación, es inmejorable, pero y resalto el pero. Lo más candoroso por precioso e irrepetible es el título que da justificación a esta entrega, Oh Gloria!!, me explico y me desbordo a continuación. La primera ocasión que pise la isla en el entrañable año de 1989, acompañado de mi adorado Papá, mi querido compadre Gabriel Veytia Burgueño y mi cuñado de ” cariño ” Alberto Hauter Salazar, al dejar nuestro equipaje en el añejo Hotel Meliá Bahía, salimos corriendo al emblemático restaurante ” La Bodeguita de en medio “, sin tener muy claro a qué clase de lugar acudiríamos, el ambiente, la comida, la bebida o incluso la locación y sus condiciones, pero su desbordante fama trascendía monumentalmente desde Cuba y por ello, al llegar la sorpresa fue mayúscula. En primer tiempo el negocio se encuentra enclavado en una pequeña callejuela de piedra a media cuadra de La Catedral, a una manzana de La Plaza de Armas, el gran bullicio de afuera apenas superaba al de la música del pequeño bar de la entrada, la inexistente puerta de acceso al comedor es prácticamente un estrecho pasillo que te lleva a cinco pequeños salones con 15 mesas apañuscadas, con quizá unas 40 sillas mal distribuidas, junto a una minúscula cocina y una improvisada trastería. Hay una escalera un poco destartalada que te conduce a un segundo piso, con algunas mesas más con sus respectivas sillas que no llegan a 30, capacidad real para menos de 100 clientes en total cuando mucho, todo eso capte inicialmente realmente desilusionado, sin dejar de observar las paredes totalmente ” rayoneadas ” desbordadas de tinta sobre tinta con toda clase de mensajes alusivos a los personajes de la Revolución, principalmente del CHE Guevara, además del clásico ” Yo estuvé aquí “. Sin embargo, aquí viene lo mejor, como cantara el inmortal Frank Sinatra, ” The Best it yet to come “. La verdad es que ese día no probamos bocado alguno por desconfianza, solo bebimos en abundancia; entre rones, whiskys, daikiris y mojitos ( ninguno conocíamos al famoso axioma del Nobel Ernest Hemingway ” Mis daikiris en El Floridita, mis mojitos en La Bodeguita ” ). Me enfrasqué en una larga conversación – que no polémica como acostumbro – con un grupo de cubanos, preguntándoles de manera reiterada sobre su felicidad, el control, el régimen y su libertad, generando la preocupación de mi Papá, que gravemente me dijo al oído ” Gordo aquí no puedes hablar así, te vas a meter en problemas, si no paras mejor me retiro “, como me conoce bien y sabe que la libertad de expresión es lo más sagrado para mí ( al fin el me la inculcó desde la infancia ) después de su comentario se levantó y se retiro. Aunque nos reencontramos unos horas más adelante muy divertidos y felices, ya les contaré dónde y porqué, pero será en la siguiente entrega, porque está para variar, ya se alargó de más, Queridas Amigas, Apreciados Amigos, Admirados Lectores.
Hasta siempre, buen fin.