Editoriales

Musulmanes

Carlos Mora Álvarez

El camino que lleva a Belén

Baja hasta el valle que la nieve cubrió

Los pastorcillos quieren ver a su rey

Le traen regalos en su humilde zurrón

Ropoponpon, ropoponpon

Ha nacido en un portal de Belén

El niño Dios

“El Tamborilero”

Esta no es una columna sobre religión, mucho menos sobre religiones o religiosos. No, realmente es sobre estadística, sin pretender ser muy acucioso con los números que me gusta inevitablemente redondear hacia arriba, cosa que genera burlas constantes de mis amados hijos y particularmente de mi adorada GEMY. Jamás imaginé que pisaría tierras turcas nuevamente en menos de 6 meses, estaba seguro de que algún día regresaría, pero no tan pronto, además comprometido, tomado de la mano de mi prometida. La perspectiva resulta distinta, en la segunda y tercera ocasión, buscando detalles, además de análisis que no se captan en la primera incursión, van algunos ejemplos para empezar a jugar un poco con la numerología. Hace algunos días, en pleno mes de noviembre del año 2022 nos amanecimos con la apabullante noticia a nivel planetario, de que en algún lugar de la tierra acababa de nacer el habitante número 8 mil millones de terrícolas, la última vez que me fijé en ese número estábamos por sobre pasar los 7, 500 mil millones. Ahora que el dato me tomó totalmente desprevenido en pleno viaje, me hizo recapacitar en las distintas visiones de ciertos números tan aleccionadores, van algunos datos interesantes. De los 8MMH ( ocho mil millones de habitantes ) cerca del 25% son musulmanes, esto es prácticamente 2 mil millones de personas en 25 países, preponderan Arabia, Indonesia, Pakistán, India, Nigeria, Egipto, Turquía e Irán aunque básicamente están prácticamente alrededor de todo el mundo incluido nuestro continente y especialmente nuestra bendita nación, México. La primera ocasión que platique al detalle sobre ese tema con un miembro de la comunidad musulmana, fue con el guía que fina, amable e ilustradamente me condujo en mi visita a Marruecos en abril del año 2012 a propósito de mi arribo al 5to piso, Jamir se llama y estaba un ” poco europeizado “, porque se casó con una ” brava ” madrileña, según me explicó. La visita fue totalmente casual, sin un propósito fundamental e inconsciente de dónde asistiría o para qué, surgió de un traslado de San Francisco, CA a la Universidad de Berkley, el chofer del taxi, al escuchar mi acento me preguntó en un castellano muy atropellado, si era español, al contestarle que soy mexicano, orgullosamente tijuanense, simplemente me respondió ” Hágase un favor, la próxima vez que pase por Madrid, tome un vuelo a mi tierra, Marrakech donde tendrá la experiencia de su vida “, fue sorprendente porque la siguiente semana tendría un viaje precisamente a España, cuánta razón tenía el simpático conductor. Al iniciar las largas conversaciones con mi guía marroquí aprendí infinidad de cosas – algún día en otra entrega les platicaré de ese País africano – de datos que hoy se ven enriquecidos con las pláticas con mi guía turco, Murat que por segunda ocasión me adentra por sus tierras, especialmente por sus costumbres y detalladamente por su religión musulmana. Creo fervientemente en toda expresión religiosa, soy una persona de profunda fe, que todos los días le rezo a mi Dios Padre, significativamente para agradecerle la vida, la salud, el trabajo y el maravilloso amor de todos los que habitan en mi corazón, rara vez le pido algo que no sea salud o trabajo, lo material no cuenta, no vale en mis diálogos con mi Creador, sea el nombre que le quiera dar cada mujer u hombre sobre la faz de la tierra, cada cual siente su cercanía y enaltece al que le presta vida, esa es mi máxima creencia, a solo eso aspiro, por eso ruego. Las distintas representaciones religiosas que he tenido la fortuna de tocar, apenas si acaso a entender, tienen como propósito la búsqueda y la meta de la vida eterna, sin embargo, para el escribiente, querida amiga, apreciado amigo, admirado lector, la vida en nuestra dimensión tiene un propósito sin menoscabo de la religión que se abrace, todos somos hijos de Dios; católicos, cristianos, musulmanes, israelitas y ese infinito espacio donde cabemos todas las damas y los caballeros de bien, que hacemos el bien. A todas y a todos mis hermanos los abrazo por igual sin importar raza, género y sobre todo credo, que eso sin duda alguna nos hermanará eternamente. Como hoy lo siento con los musulmanes que se han convertido en nuevos y queridos amigos, lo cual agradezco de todo corazón.

Hasta siempre, buen fin.