
XXIX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C
Domingo Mundial de las Misiones
Dios hará justicia a sus elegidos que claman a él.
Lucas 18, 1-8
El Papa Francisco, antes de morir, nos dejó el mensaje para el
Domingo Mundial de las Misiones (Domund, 2025). Nos invita
a todos a ser misioneros de esperanza entre los pueblos. Es
lema, tema, mandato y compromiso. En el Año Jubilar indica el
camino por donde ir a quienes hemos sido bautizados y
enviados a la misión. Es kerigma y misión para ser portadores y
constructores de esperanza entre los pueblos en tiempos de
sueños inmediatos, esperas cortas y compromisos acotados.
El mandato misionero de Jesús tiene hoy nuevos
requerimientos. Los escenarios reales y virtuales que hay “entre
todos los pueblos” pueden ser tierra buena para seguir
sembrando la semilla del Evangelio. Ante las nuevas realidades
y tendencias, todos los bautizados estamos invitados a ‘salir’
para llevar el mensaje de la ternura, la fraternidad, la cercanía
y la compasión de Dios a toda la familia humana. El Evangelio
ilumina y urge los valores que nuestra cultura necesita. Ésta es
la razón de ser de la misión de la Iglesia.
La Palabra de este domingo es la misma que escucha la Iglesia
en salida misionera, en todos los ambones del mundo. La
lección es muy clara: orar con insistencia y sin desfallecer; con
confianza a prueba de dilaciones y largas esperas. Para Jesús
orar es vital; para el discípulo debe serlo también en cualquier
circunstancia de la vida. Para Jesús orar es un acontecimiento
de salvación que se da en el encuentro con su Padre; para el
discípulo debe serlo también. Oración y misión van de la mano.
El modo de orar ya es oración porque es acontecimiento de
salvación; no se pueden separar. El ejemplo de la parábola que
escuchamos es claro: Dios Padre es bueno y justo con todos sus
hijos. El ejemplo de la viuda irradia necesidad, atrevimiento,
insistencia… y confianza.Si la misericordia es el corazón palpitante del Evangelio, la
oración es la escuela necesaria para alimentar los encuentros
palpitantes que suscita el Evangelio. Evangelización, oración y
testimonio misionero van de la mano. Si el Evangelio es la
buena noticia de salvación de parte de Dios, la oración es el
grito suplicante y agradecido de parte del hombre y el
testimonio existencial es la verificación -en tiempo real- de lo
anterior.
¿Cómo testimoniar que somos misioneros de esperanza entre
los pueblos? En el mensaje que nos ha dejado el Papa Francisco
encontramos la invitación a despertar nuestra vocación más
profunda: soy y somos Iglesia en salida misionera. No se trata
sólo de ir lejos sino también de ser luz de Cristo donde estamos;
de construir paz, anunciar a Cristo con la vida, caminar con los
que sufren, hacer del Evangelio una buena noticia viva y
concreta. En pocas palabras: irradiar la alegría y la esperanza
del Evangelio entre los pueblos.
Orar y aceptar el mandato misionero nos compromete a ser
audaces y creativos en una nueva y urgente ‘salida’ misionera.
Con mi oración y bendición para la misión.
+ Sigifredo
Obispo de/en Zacatecas