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Matt Fitzpatrick se quedó con el Abierto de Estados Unidos en el último golpe

El final fue el que el US Open se merecía. Hasta el último golpe no se sabía quién iba a ser el vencedor. Will Zalatoris tuvo la chance de mantener la tradición en The Country Club y mandar al campeonato a hoyos suplementarios, pero su putt pasó por el filo del hoyo. En ese momento Matthew Fitzpatrick supo que era el campeón del US Open.

Temprano el domingo cayó una pequeña lluvia que dejó a los greens mucho más receptivos que el sábado, y a esto hubo que sumarle que el viento tampoco sopló con la intensidad de la tercera jornada. Esto presagiaba mejores scores y así fue. Los birdies empezaron a aparecer en los grupos finales y muchos se sumaron a la pelea. El japones Hideki Matsuyama firmó 65 y con -3 total se sentó a esperar que hacían los líderes, que para ese momento andaban por el hoyo 13.

La pelea terminó centrada en tres nombres: Scheffler, Zalatoris y Fitzpatrick estos últimos jugando en el grupo final. Scheffler parecía encaminado a su segundo major cuando anotó 31 golpes en los primeros 9 hoyos y tomó comando del campeonato, pero al igual que le sucedió el sábado, un par de bogeys llegaron rápido en el regreso y lo sacaron de la punta. Fue el momento de Zalatoris de subirse a la punta. Luego de un mal comienzo anotó 4 birdies entre el 6 y el 11 y parecía enfocado. Fitzpatrick seguía con su plan de juego y no cometía errores en los primeros 9, pero falló el green del 10, el único en todo el día, y no se salvó. En el siguiente necesito 3 putts, el segundo del día, y otro bogey apareció en su tarjeta, pero como siempre pasa en golf, Fitzpatrick recibió ayuda.

Zalatoris que venía embalado falló el golpe de salida del 12 y Fitzpatrick volvió a acercarse a 1. En el siguiente empezó a definirse el campeonato en favor del inglés cuando embocó una bomba desde 16 metros para birdie y dejar las cosas igualadas. Poco duró la paridad porque en el 15 pegó un segundo golpe fabuloso desde 225 yardas, para luego embocar desde casi 6 metros para quedar solo en la punta. Con Scheffler en el club house ya terminado y con un socer de -5, el grupo final llegó al hoyo final y el ganador se metió en problemas cuando su golpe de salida encontró el bunker de la izquierda. Esos golpes largos desde la arena no son los preferidos de Fitzpatrick, pero el chico no dudó ni un instante y desde 149 yardas puso la pelota en el green. Solo 5 minutos más tarde se confundía en un abrazo con su caddie Billy Foster, quizás más emocionado que él.

El triunfo de Fitzpatrick empezó a gestarse un par de años atrás. El inglés tenía una velocidad de swing de 112 millas por hora con su driver y eso lo hacía estar por debajo de la media en el PGA Tour, cuando se jugó el US Open en 2020 se dio cuenta que debía aumentar esa velocidad para alargar su pegada. Aquel año Bryson DeChambeau con su increíble potencia se llevó todo por delante y terminó ganando por 6. Fitzpatrick empezó a trabajar en la velocidad de su swing con un dispositivo llamado Speed Stick y de a poco la velocidad fue creciendo. El proceso es muy lento y su coach le insistía al principio que no se desesperara. Tan lento es esto que cada 3 o cuatro meses la velocidad aumentaba de a 1 milla. “Si seguis así en un par de años vas a estar donde queres”, le repetía una y otra vez su coach. Hoy Matthew Fitzaptrick tiene 119 millas por hora de velocidad de swing, lo que se traduce en 20/25 yardas más en cada golpe con su driver.

El triunfo del domingo en Boston lo hace el segundo jugador en la historia en ganar el US Amateur y el US Open en la misma cancha. Casi siempre que suceden estas cosas el nombre de Jack Nicklaus salta, y precisamente es Nicklaus el otro que lo logró en Pebble Beach. A comienzos de año Fitzpatrick ganó un torneo en su club en Palm Beach, un club fundado por Nicklaus, y en la entrega de premios el Oso Dorado lo felicito en chiste por su primer triunfo en Estados Unidos. Pocos minutos después de la entrega de premios recibió un llamado de Nicklaus para felicitarlo, ahora en serio, por su primera victoria.

Estos triunfos son del jugador, pero siempre hay un equipo atrás y una parte muy importante de ese equipo es el caddie. Billy Foster comenzó a llevar palos en su Inglaterra natal hace más de 40 años. Rápido supo que esa era la vida que quería para él y llegó al Tour Europeo. Allí le llevó a los mejores del mundo, incluido Seve Ballesteros, ganó muchos torneos, pero no había podido hacerlo en los grandes campeonatos. Tuvo la chance con el danes Thomas Bjorn en el Open de 2003, pero Bjorn no pudo salir del bunker en el 16 de St.Georges y lo perdió. Tuvo alguna chance con Darren Clarke, pero con Lee Westwood fue con quien estuvo más cerca. Ni Westwood ni él pudieron disfrutar la victoria a pesar de haberle pasado cerca varias veces. En su carrera Foster ha llevado palos en todo el mundo, 14 Ryder Cups en forma consecutiva y el domingo se dio el gusto que le faltaba. Es tradición que el caddie ganador se lleva la bandera del 18 en todos los torneos. Solo hay que desenroscarla y llevársela, pero Billy Foster antes de hacerlo le dio un beso que mostró todo lo que había esperado este momento.

información de Infobae