Editoriales

Los Revolucionarios

Personajes que eligieron el pueblo fronterizo de Tecate, para vivir los últimos días de su
existencia; muchos años han pasado de este movimiento armado, que dio inicio en
1910, y concluyo en el año de 1917, y que aun después de 112 años transcurridos,
infinidad de combatientes viven en el anonimato, como es el caso de estos dos
revolucionarios, don Marciano Silva del Estado de Michoacán y don Ramón Fimbres
López, del Estado de Sonora, pese a que hace más de 15 años recibí información de estas
dos personas, solo publique una breve biografía dedicada al señor Fimbres, de los pocos
datos encontrados.
En el marco del CXll, aniversario de la Revolución Mexicana, se aprovecha la ocasión
para publicar lo poco o mucho que se conoce de ellos, ya que conociendo algo del tema
sería un acto de injusticia, no escribir al respecto, pese a las limitaciones de la
información con la que se cuenta.

Marciano Silva Silva
1898-1983

De don Marciano se sabe que nació en el pueblo de Arimbaro o (Tarimbaro) Michoacán,
y fue en esta región michoacana donde se sumó a las fuerzas armadas de Villa,
simpatizante de sus ideales o la causa por la que se luchaba, de su trayectoria o
alcances en esta lucha se desconoce, pero de las evidencias en su participación no hay
duda, lo conocí cuando yo era un niño y por las pláticas de pueblo escuchadas
principalmente de las personas mayores que hablaban de don Marciano, de haber sido
revolucionario y que el problema que tenía en su boca de no poder hablar con
normalidad fue consecuencia de un balazo recibido en la revolución que le causo ese

daño, efectivamente tenía un poco desviada su mandíbula hacia un lado, que no le
permitía articular con fluidez las palabras para sostener una conversación.
En un proyecto de investigación que inicie en el año de 1982, con el objetivo de conocer
el origen de mi pueblo, aplicando el recurso de la historia oral, realice una muy
considerable cantidad de entrevistas, en la que se cuenta con la del señor Dolores
Martínez, y su hijo Leopoldo, originarios de un pequeño y pacifico pueblo llamado San
Vicente, Michoacán, que conserva hasta hoy día la riqueza de sus tradiciones y buenas
costumbres, don “ Lole” así llamado, y su hijo muy amablemente me recibieron en su
casa la tarde del día 4 de octubre de 1990, día en que tratamos varios temas de historia,
platico de la entrada de los revolucionarios a esta región, los Obregonistas, Zapatistas,
Villistas y Estradistas, los testimonios vertidos por este personaje tiene lógica, pues por
este lugar pasaba un camino que conectaba a los Estados de Jalisco, Michoacán y
Guanajuato, zona de ricas haciendas, donde los revolucionarios hacían de las suyas. Fue
aquí pues, que en esa tarde de otoño escuche de viva vos de don Lole, los primeros
comentarios favorables referentes a don Marciano Silva, agregando también al tema
que se alió a las fuerzas guerrilleras de José Inés Chávez García, conocido como “El Tigre
del Bajío” que en sus alcances revolucionarios llego a tener bajo sus dominios hasta dos
terceras partes del Estado de Michoacán.

Emiliano Zapata Salazar “El Caudillo del Sur”

Al final de la revolución don Marciano, se incorporó a la vida cotidiana; el 2 de abril de
1934, el poblado de San Diego Amecuaro, por resolución presidencial recibió una
dotación de 684 hectáreas de tierras ejidales, que fueron distribuidadas a 94 ejidatarios,
para estas fechas ya se le encontraba a don Marciano por esta región, donde también
fue uno de los beneficiados, al igual que sus dos hermanos, Roberto y Lorenzo, en este
pueblo de origen prehispánico, donde se dedicó al cultivo de sus tierras en las que
sembró maíz, frijol, garbanzo y trigo, y ya que andamos por tierras de los Tarascos, es
grato recordar a don Bernabé Alvarado, amigo y paisano de don Marciano, un villista
más que ingreso a las filas revolucionarias de Doroteo Arango, don Berna, así conocido
no solo andaba en la revuelta tirando balazos sino que también auxiliaba a los heridos
con sus vastos conocimientos en medicina herbolaria, seguramente cuando este
personaje llego a San Diego Amecuaro, pueblo donde paso sus últimos días, fue de
mucho beneficio para las familias pobres, pues pronto se dio a conocer atendiendo a
niños y adultos recetándoles lo que se conoce como remedios caseros, contaba con un
voluminoso libro que consultaba para recetar la medicina adecuada a sus pacientes que
curaran con eficacia sus males, don Berna además de ayudar medicamente a las familias
más humildes del pueblo, remendaba, parchaba, cocía, clavaba y ponía media suelas a
los zapatos, que ya estaban en condiciones de desecho, pero también en el desarrollo
de ese noble oficio evitaba que el padre de familia no gastara dinero con el que no
contaba, pues don Berna era el zapatero y el medico del pueblo, era un personaje de
mediana conflexion, de regular estatura no muy alto ni bajo, por lo general siempre
vestía pantalón de pechera tipo ferrocarrilero, camisa blanca y raras veces usaba
pantalón de cintura, chamarra de mezclilla y sombreo de dos pedradas considerados
entre los más comunes de la época, su trabajo lo desarrollaba en un pequeño solar que
le facilitaban los españoles Higinio y Ramón Arias Ursay, propietarios de la hacienda de
Tzirapecuaro “Botello” pero a la vez por lo cercano de su taller y la puerta principal de
entrada a la hacienda, desempeñando el puesto de portero para la entrada y salida de
las carretas que recogían las cosechas en el Valle de Botello. Como prueba de haber
participado en la revolución, tenía un sombrero colgado de lana de copa alta el típico
de la revolución, color gris con algunos agujeros y una carrillera y muy a la mano
también tenía su libro de medicina, sin duda estas tres prendas significaban un buen
recuerdo de sus hazañas revolucionarias, ahora se entiende el porqué de esas
prolongadas platicas de don Berna y don Marciano, pues tenían mucho en común de
que platicar los dos habían sido revolucionarios. Es muy probable que el pueblo de San
Diego Amecuaro, fue testigo del enlace matrimonial de don Marciano y doña Felipa
Vargas, cuando yo llegue a Tecate en el año de 1961, me entere que esta familia ya vivía
aquí, en una propiedad localizada en la colonia “La Viñita” y que don Marciano, junto

con su hijo Aureliano fueron empleados desde los primeros años en que se fundó
Rancho La Puerta, al servicio del turismo.
Con la tracción del general Jesús Guajardo Martínez , hecha al “Caudillo del Sur”
Emiliano Zapata Salazar, y se cometiera el vil asesinato el 10 de abril de 1919, fue un
sentimiento de indignación que Don Marciano, nunca logro superar, lo llevo hasta sus
últimos días, hecho por el que cada vez que, la casualidad le ponía enfrente a don
Eustolio Guajardo, aprovechaba la ocasión para expresarle hasta de lo que se iba a morir
por fortuna la historia no dio otro giro si no, en este momento estuviéramos
aumentando las estadísticas de las desgracias ocurridas en Tecate, porque don Marciano
era como dicen en el rancho, un hombre “bragao” es decir de armas tomar.

Puente “La Viñita”

Un verano por la tarde, cuando de retorno se dirigía a su casa, don Marciano sufrió un
accidente en el puente La Viñita, privándole de la vida un 6 de junio de 1983.

Ramón Fimbres López
1892-1967
Don Ramón Fimbres López, nació el día 6 de septiembre de 1892, en la bella ciudad de
Magdalena de Kino, Sonora, hijo del señor Mariano Fimbres, y de la señora Ramona
López, con los cuales vivió su niñez y su adolescencia, lo relacionado con su formación
académica la realizo en su tierra natal.
Al estallamiento revolucionario don Ramón era un joven de 18 años, seguramente al ver
tanto movimiento de tropas que entraban y salían de esta entidad federativa, a la cual
pertenecía, consciente talves, de la causa por la que se luchaba, se encontró en ese
sendero al general Lázaro Cárdenas del Rio, con una larga trayectoria en este
movimiento armado en las que se cuentan, el combate a las tropas zapatistas, cuando
pertenecía al batallón de Lucio Blanco, peleo al lado de las tropas de Venustiano
Carranza, para pacificar la zona Huasteca Jarocha, donde operaban las “guardias
blancas” asociadas a las empresas petroleras extranjeras.

Ramón Fimbres López, el revolucionario de Magdalena de Kino Sonora.
Después se unió a las tropas del general José María Maytorena en Sonora, al enterarse
que su dirigente se había unido a Francisco Villa, fue esta sin duda la razón para
separarse de Maytorena, al formarse el Plan de Agua Prieta, encabezado por el general
Álvaro Obregón, Cárdenas se incorporó a ese grupo, en el que combatió contra los
indios yaquis, sublevados bajo las ordenes de Plutarco Elías Calles.

Fue pues en estas tierras sonorenses donde don Ramón conoció al general Lázaro
Cárdeno del Rio, que unidos al grupo de revolucionarios incursionaron a las batallas
sostenidas en los estados de Nayarit, Jalisco y Michoacán, siendo en este estado donde
se enfrentaron a los rebeldes de José Inés Chávez García; “El Tigre del Bajio” al
encuentro de estos dos personajes construyeron una muy cercana amistad, que para el
día 8 de diciembre del año de 1952, el general Cárdenas le escribió a don Ramón, para
desearle lo mejor por el nuevo año que ya se avecinaba.

Lázaro Cárdenas del Rio, compañero y amigo del revolucionario, Ramón Fimbres López.
La revolución llego a su fin, por su parte don Ramón, inicio una larga y productiva vida
en la administración pública, fue en su tierra natal que ocupo la jefatura de la oficina
Federal de Hacendaria, para luego ser trasladado a Cananea, ocupándose primeramente
de la oficina Federal de Hacienda y posteriormente de la administración de Correos, fue
en este pueblo minero donde conoció a la señorita Concepción Faber Martínez, que
después de un año de feliz noviazgo decidieron unir sus vidas, fue la casa del novio la
elegida para la celebración del enlace por lo civil, ese mismo día 31 de octubre de 1926,
partieron a Naco Arizona, donde se casaron por las leyes de la iglesia, por la razón que
en México estaba prohibido todo culto religioso debido al estallido de la guerra cristera.
Un año después en plena revolución cristera que estaba al rojo vivo, nació su primer hijo
Rodolfo, el 24 de agosto de 1927, para don Ramón representaba un riesgo permanecer
en tierras mexicanas exponiendo a su familia y para evitar un mal momento, emigro a
Estados Unidos, país en el que permaneció algunos años, en el que nacieron Ramón y
Alicia, después de permanecer por un buen tiempo en el extranjero, consideran
oportuno retornar a su lugar de origen, a la entrañable Magdalena de Kino.

La capacidad de don Ramón en la administración como servidor público no era para
ponerlo en duda, por lo que al establecerse nuevamente en esta bella tierra, es
contratado para estar al frente en la dirección de la oficina Federal de Hacienda, por las
características del trabajo que desempeñaba y la solvencia con la que la desarrollaba,
frecuentemente era removido de plaza, ya fuera para capacitar a otras personas o bien
para tomar la dirección de otras oficinas de los poblados o ciudades a los que era
enviado, fue un hombre muy esmerado, procurando siempre el buen funcionamiento y
la buena atención a la ciudadanía.
Hasta entrados los primeros años de la década de los treinta, don Ramón, no había
trabajado administrativamente en plazas foráneas, se había dedicado concretamente
solo atender las necesidades locales propias de su estado, a su natal Sonora le llego un
día la orden de trasladarse a Puerto Vallarta, donde ocupo la oficina de correos, esto
significo su primera salida en condiciones de trabajo, posteriormente los servicios de
este personaje fueron requeridos en el pintoresco y colonial pueblo de Ahualulco del
Mercado, Jalisco, famoso por la birria de chivo y el popular mariachi, y fue aquí donde
don Ramón corto rabo y oreja, fue llamado a la capital para otorgarle el permiso para
portar arma y licencia para trabajar en toda la República Mexicana, dado en la Ciudad de
México el 16 de noviembre de 1936, y donde también ostento el puesto en la
administración de la oficina Federal de Hacienda, en este pueblo colonial, nació Evita,
Víctor Manuel y Alfredo, quien murió a los tres meses de nacido sepultado en el
panteón del lugar, pero don Ramón, al parecer era el personaje en quien las autoridades
centrales depositaban todas las confianzas, fue llamado a México, con el mismo
nombramiento y para ocupar la oficina Federal de Hacienda, en el barrio de San Pedro
Azcapotzalco, hoy Villa Nicolás Romero, aquí nació Francisco Javier en 1941, en el rubro
de la economía la familia gozaba de todas las comodidades, pero la enfermedad de
Víctor Manuel, iba cada vez más en aumento, don Ramón renuncio al puesto en
Hacienda, para buscar un clima más favorable a la salud de su hijo, de la ciudad de
México retornaron a Magdalena de Kino, su tierra natal, donde trabajo ya no como jefe
sino como subalterno de la oficina Federal de Hacienda, habían pasado dos años del
arribo al terruño cuando muere Eduardo que recién había nacido en Magdalena y dos
meses después el 28 de agosto muere Víctor Manuel; tristeza, dolor, sufrimiento
embargaba a la familia, don Ramón que todo lo tenía no soporto ver el sufrimiento de
su amada esposa Conchita, renuncio a su trabajo, así como un día renuncio en la Ciudad
de México siendo Jefe de Hacienda, por la salud de su hijo, en esta ocasión ante todo
primero estaba la salud y la felicidad de su familia, tras haber cumplido dándole
cristiana sepultura en el panteón del lugar, el cuadro de dolor no podía ser peor, esto
fue lo que los orillo a buscar nuevos horizontes, asi llego el dia en que partieron,
dándole el adiós a su tierra natal el bello estado de Sonora, con la ilusión de encontrar

alivio a sus penas, abordaron el tren en Santa Ana, llegaron a Tecate el 19 de marzo de
1947, aquí nacieron sus dos últimos hijos Mariano y Conchita, don Ramón también en
este municipio fue director de la oficina Federal de Hacienda y delegado en la
Rumorosa, como referencia a este personaje, fue Papa de Rodolfo Fimbres Faber, el
escribano del pueblo, que operaba en el callejón Libertad entre las calles Ortiz Rubio y
Presidente Rodríguez, de la historia de estas familias es muy rica y extensa, que se
necesita de mucho tiempo para investigarla y documentarla y desde luego publicarla, sin
embargo esto es solo una mínima parte de lo mucho que posiblemente exista de estos
personajes pendientes de rescatar.
En el Panteón Municipal No. 1, o “San Ignacio” nombre que debe llevar el panteón No.
1, “nos lo dice la historia”; en la calle San Luis Gonzaga, existen tres tumbas históricas
que a simple vista no nos dice nada, una corresponde a don Eustolio Guajardo, que
murió en el año de 1973, aserrimo enemigo en vida de don Marciano Silva Silva, que
dejo de existir diez años después en 1983, las tumbas de estos dos personajes están
juntas, una a lado de la otra, como si don Eustolio le hubiera reservado el espacio a don
Marciano para seguir peleando, ironías de la vida, la tercera pertenece a don Ramon
Fimbres López, justamente enfrente de la tumba de don Marciano, en las tres tumbas de
estos personajes de la historia de Tecate, están acompañados cada uno con sus
respectivas esposas, Elena de Guajardo, Felipa de Silva y Concepción de Fimbres.
“Las tumbas son monumentos históricos, que guardan la memoria de una historia de
vida”.