Marciano Silva Silva y Ramón Fimbres López
Por Emilio Sánchez Pérez
Cronista Municipal
Taller de Historia de Tecate, A.C.
Tecate, Baja California, noviembre 2022
Personajes que eligieron el pueblo fronterizo de Tecate, para vivir los últimos días de su existencia; muchos años han pasado de este movimiento armado, que dio inicio en 1910, y concluyo en el año de 1917, y que aun después de 112 años transcurridos, infinidad de combatientes viven en el anonimato, como es el caso de estos dos revolucionarios, don Marciano Silva Silva, del Estado de Michoacán y don Ramón Fimbres López, del Estado de Sonora, pese a que hace muchos años recibí información de estas dos personas, solo publique una breve biografía dedicada al señor Fimbres, de los pocos datos encontrados.
En el marco del CXll, aniversario de la Revolución Mexicana, se aprovecha la ocasión para publicar lo poco o mucho que se conoce de ellos, ya que conociendo algo del tema sería un acto de injusticia, no escribir al respecto, pese a las limitaciones de la información con la que se cuenta.
Marciano Silva Silva
1898-1983
De don Marciano se sabe que nació en el pueblo de Arimbaro o (Tarimbaro) Michoacán, y fue en esta región michoacana donde se sumó a las fuerzas armadas de Villa, simpatizante de sus ideales o la causa por la que se luchaba, de su trayectoria o alcances en esta lucha se desconoce, pero de las evidencias en su participación no hay duda, lo conocí cuando yo era un niño y por las pláticas de pueblo escuchadas principalmente de las personas mayores que hablaban de don Marciano, de haber sido revolucionario y que el problema que tenía en su boca de no poder hablar con normalidad fue consecuencia de un balazo recibido en la revolución que le causo ese daño, efectivamente tenía un poco desviada su mandíbula hacia un lado, que no le permitía articular con fluidez las palabras para sostener una conversación.
En un proyecto de investigación que inicie en el año de 1982, con el objetivo de conocer el origen de mi pueblo, aplicando el recurso de la historia oral, realice una muy considerable cantidad de entrevistas, en la que se cuenta en el archivo la del señor Dolores Martínez, y su hijo Leopoldo, originarios de un pequeño y pacifico pueblo llamado San Vicente, Michoacán, que conserva hasta hoy día la riqueza de sus tradiciones y buenas costumbres, don “ Lole” así llamado, y su hijo muy amablemente me recibieron en su casa la tarde del día 4 de octubre de 1990, día en que tratamos varios temas de historia, platico de la entrada de los revolucionarios a esta región, los Obregonistas, Zapatistas, Villistas y Estradistas, los testimonios vertidos por este personaje tiene lógica, pues por este lugar pasaba un camino que conectaba a los Estados de Jalisco, Michoacán y Guanajuato, zona de ricas haciendas, donde los revolucionarios hacían de las suyas. Fue aquí pues, que en esa tarde de otoño escuche de viva vos de don Lole, los primeros comentarios favorables referentes a don Marciano Silva, agregando también al tema que tiempo después este personaje se alió a las fuerzas guerrilleras de José Inés Chávez García, un hombre muy temible, conocido como “El Tigre del Bajío” que en sus alcances revolucionarios llego a tener bajo sus dominios casi las tres terceras partes del Estado de Michoacán.
Al final de la revolución don Marciano, se incorporó a la vida cotidiana; el 2 de abril de 1934, el poblado de San Diego Amecuaro, por resolución presidencial recibió una dotación de 684 hectáreas de tierras ejidales, que fueron distribuidadas a 94 ejidatarios, para estas fechas ya se le encontraba a don Marciano por esta región, donde también fue uno de los beneficiados, al igual que sus dos hermanos, Roberto y Lorenzo, en este pueblo de origen prehispánico, donde se dedicó al cultivo de sus tierras en las que sembró maíz, frijol, garbanzo y trigo, y ya que andamos por tierras de los Tarascos, es grato recordar a don Bernabé Alvarado, amigo y paisano de don Marciano, un villista más que ingreso a las filas revolucionarias de Doroteo Arango, don Berna, así conocido no solo andaba en la revuelta tirando balazos sino que también auxiliaba a los heridos con sus vastos conocimientos en medicina herbolaria, seguramente cuando este personaje llego a San Diego Amecuaro, pueblo donde paso sus últimos días, fue de mucho beneficio para las familias pobres, pues pronto se dio a conocer atendiendo a niños y adultos recetándoles lo que se conoce como remedios caseros, contaba con un voluminoso libro que consultaba para recetar la medicina adecuada a sus pacientes que curaran con eficacia sus males, don Berna además de ayudar medicamente a las familias más humildes del pueblo, remendaba, parchaba, cocía, clavaba y ponía media suelas a los zapatos, que ya estaban en condiciones de desecho, pero también en el desarrollo de ese noble oficio evitaba que el padre de familia no gastara dinero con el que no contaba, pues don Berna era el zapatero y el medico del pueblo, era un personaje de mediana conflexion, de regular estatura no muy alto ni bajo, por lo general siempre vestía pantalón de pechera tipo ferrocarrilero, camisa blanca y raras veces usaba pantalón de cintura, chamarra de mezclilla y sombreo de dos pedradas considerados entre los más comunes de la época, su trabajo lo desarrollaba en un pequeño solar que le facilitaban los españoles Higinio y Ramón Arias Ursay, propietarios de la hacienda de Tzirapecuaro “Botello” pero a la vez por lo cercano de su taller y la puerta principal de entrada a la hacienda, desempeñando el puesto de portero para la entrada y salida de las carretas que recogían las cosechas en el Valle de Botello. Como prueba de haber participado en la revolución, tenía un sombrero colgado de lana de copa alta el típico de la revolución, color gris con algunos agujeros y una carrillera y muy a la mano también tenía su libro de medicina, sin duda estas tres prendas significaban un buen recuerdo de sus hazañas revolucionarias, ahora se entiende el porqué de esas prolongadas platicas de don Berna y don Marciano, pues tenían mucho en común de que platicar los dos habían sido revolucionarios. Es muy probable que el pueblo de San Diego Amecuaro, fue testigo del enlace matrimonial de don Marciano y doña Felipa Vargas, cuando yo llegue a Tecate en el año de 1961, me entere que esta familia ya vivía aquí, en una propiedad localizada en la colonia “La Viñita” y que don Marciano, junto con su hijo Aureliano fueron empleados desde los primeros años en que se fundó Rancho La Puerta, al servicio del turismo.
Con la tracción del general Jesús Guajardo Martínez , hecha al “Caudillo del Sur” Emiliano Zapata Salazar, y se cometiera el vil asesinato el 10 de abril de 1919, fue un sentimiento de indignación que Don Marciano, nunca logro superar, lo llevo hasta sus últimos días, hecho por el que cada vez que, la casualidad le ponía enfrente a don Eustolio Guajardo, aprovechaba la ocasión para expresarle hasta de lo que se iba a morir por fortuna la historia no dio otro giro, si no en este momento estuviéramos aumentando las estadísticas de las desgracias ocurridas en Tecate, porque don Marciano era como dicen en el rancho, un hombre “bragao” es decir de armas tomar.
Un verano por la tarde, cuando de retorno se dirigía a su casa, don Marciano sufrió un accidente en el puente La Viñita, privándole de la vida un 6 de junio de 1983.
Ramón Fimbres López
1892-1967
Don Ramón Fimbres López, nació el día 6 de septiembre de 1892, en la bella ciudad de Magdalena de Kino, Sonora, hijo del señor Mariano Fimbres, y de la señora Ramona López, con los cuales vivió su niñez y su adolescencia, lo relacionado con su formación académica la realizo en su tierra natal.
Al estallamiento revolucionario don Ramón era un joven de 18 años, seguramente al ver tanto movimiento de tropas que entraban y salían de esta entidad federativa, a la cual pertenecía, consciente talves, de la causa por la que se luchaba, se encontró en ese sendero al general Lázaro Cárdenas del Rio, con una larga trayectoria en este movimiento armado en las que se cuentan, el combate a las tropas zapatistas, cuando pertenecía al batallón de Lucio Blanco, peleo al lado de las tropas de Venustiano Carranza, para pacificar la zona Huasteca Jarocha, donde operaban las “guardias blancas” asociadas a las empresas petroleras extranjeras.
Después se unió a las tropas del general José María Maytorena en Sonora, al enterarse que su dirigente se había unido a Francisco Villa, fue esta sin duda la razón para separarse de Maytorena, al formarse el Plan de Agua Prieta, encabezado por el general Álvaro Obregón, Cárdenas se incorporó a ese grupo, en el que combatió contra los indios yaquis, sublevados bajo las ordenes de Plutarco Elías Calles.
Fue pues en estas tierras sonorenses donde don Ramón conoció al general Lázaro Cárdenas del Rio, que unidos al grupo de revolucionarios incursionaron a las batallas sostenidas en los estados de Nayarit, Jalisco y Michoacán, siendo en este estado donde se enfrentaron a los rebeldes de José Inés Chávez García; “El Tigre del Bajio” al encuentro de estos dos personajes construyeron una muy cercana amistad, que para el día 8 de diciembre del año de 1952, el general Cárdenas le escribió a don Ramón, para desearle lo mejor por el nuevo año que ya se avecinaba.
La revolución llego a su fin, por su parte don Ramón, inicio una larga y productiva vida en la administración pública, fue en su tierra natal que ocupo la jefatura de la oficina Federal Hacendaria, para luego ser trasladado a Cananea, ocupándose primeramente de la oficina Federal de Hacienda y posteriormente de la administración de Correos, fue en este pueblo minero donde conoció a la señorita Concepción Faber Martínez, que después de un año de feliz noviazgo decidieron unir sus vidas, fue la casa del novio la elegida para la celebración del enlace por lo civil, ese mismo día 31 de octubre de 1926, partieron a Naco Arizona, donde se casaron por las leyes de la iglesia, por la razón que en México estaba prohibido todo culto religioso debido al estallido de la guerra cristera.
Un año después en plena revolución cristera que estaba al rojo vivo, nació su primer hijo Rodolfo, un 24 de agosto de 1927, para don Ramón representaba un riesgo permanecer en tierras mexicanas exponiendo a su familia y para evitar un mal momento, emigro a Estados Unidos, país en el que permaneció algunos años, en el que nacieron Ramón y Alicia, después de permanecer por un buen tiempo en el extranjero, consideraron oportuno retornar a su lugar de origen, a la entrañable Magdalena de Kino Sonora.
La capacidad de don Ramón en la administración como servidor público no era para ponerlo en duda, por lo que al establecerse nuevamente en esta bella tierra, es contratado para estar al frente en la dirección de la oficina Federal de Hacienda, por las características del trabajo que desempeñaba y la solvencia con la que la desarrollaba, frecuentemente era removido de plaza, ya fuera para capacitar a otras personas o bien para tomar la dirección de otras oficinas de los poblados o ciudades a los que era enviado, fue un hombre muy esmerado, procurando siempre el buen funcionamiento y la buena atención a la ciudadanía.
Hasta entrados los primeros años de la década de los treinta, don Ramón, no había trabajado administrativamente en plazas foráneas, se había dedicado concretamente solo atender las necesidades locales propias de su estado, pero un día le llego a su natal Sonora la orden de trasladarse a Puerto Vallarta, donde ocupo la oficina de correos, esto significo su primera salida en condiciones de trabajo, posteriormente los servicios de este personaje fueron requeridos en el pintoresco y colonial pueblo de Ahualulco de Mercado, Jalisco, famoso por la birria de chivo y el popular mariachi, y fue aquí donde don Ramón, literalmente hablando en términos de la tauromaquia, corto rabo y oreja, fue llamado a la capital para otorgarle el permiso para portar arma y licencia para trabajar en toda la República Mexicana, dado en la Ciudad de México el 16 de noviembre de 1936, y donde también ostento el puesto en la administración de la oficina Federal de Hacienda, en este pueblo colonial, nació Evita, Víctor Manuel y Alfredo, quien murió a los tres meses de nacido y sepultado en el panteón del lugar, pero don Ramón, al parecer era el personaje en quien las autoridades centrales depositaban todas las confianzas, fue en esta ves llamado a México, con el mismo nombramiento y para ocupar la oficina Federal de Hacienda, en el barrio de San Pedro Azcapotzalco, hoy Villa Nicolás Romero, aquí nació Francisco Javier en 1941, en el rubro de la economía la familia gozaba de todas las comodidades, pero la enfermedad de Víctor Manuel, iba cada vez más en aumento, don Ramón renuncio al puesto en Hacienda, para buscar un clima más favorable a la salud de su hijo, de la ciudad de México retornaron a Magdalena de Kino, su tierra natal, donde trabajo ya no como jefe sino como subalterno de la oficina Federal de Hacienda, habían pasado dos años del arribo al terruño cuando muere Eduardo que recién había nacido en Magdalena y dos meses después el 28 de agosto muere Víctor Manuel; tristeza, dolor, sufrimiento embargaba a la familia, don Ramón que todo lo tenía no soporto ver el sufrimiento de su amada esposa Conchita, renuncio a su trabajo, así como un día renuncio en la Ciudad de México siendo Jefe de Hacienda, por la salud de su hijo, en esta ocasión lo dejo todo, primero estaba la salud y la felicidad de su familia, tras haber cumplido dándole cristiana sepultura en el panteón del lugar, el cuadro de dolor no podía ser peor, esto fue lo que los orillo a buscar nuevos horizontes, así llego el día en que partieron, dándole el adiós a su tierra natal el bello estado de Sonora, con la ilusión de encontrar alivio a sus penas, abordaron el tren en Santa Ana, llegaron a Tecate el 19 de marzo de 1947, aquí nacieron sus dos últimos hijos Mariano y Conchita, don Ramón también en este municipio fue director de la oficina Federal de Hacienda y delegado en la Rumorosa, como referencia a este personaje, fue Papa de Rodolfo Fimbres Faber, el escribano del pueblo, que operaba en el callejón Libertad entre las calles Ortiz Rubio y Presidente Rodríguez, donde aún se encuentra el pequeño local con la leyenda “Escritorio Fimbres” icono del pueblo, de la historia de estas familias es muy rica y extensa, que se necesita de mucho tiempo para investigarla y documentarla y desde luego publicarla, sin embargo esto es solo una mínima parte de lo mucho que posiblemente exista de estos personajes pendientes de rescatar.
En el Panteón Municipal No. 1, o “San Ignacio” nombre que debe llevar el panteón No. 1, “nos lo dice la historia”; en la calle San Luis Gonzaga, existen tres tumbas históricas que a simple vista no nos dice nada, una corresponde a don Eustolio Guajardo, que murió en el año de 1973, aserrimo enemigo en vida de don Marciano Silva Silva, que dejo de existir diez años después en 1983, las tumbas de estos dos personajes están juntas, una a lado de la otra, como si don Eustolio le hubiera reservado el espacio a don Marciano para seguir peleando, ironías de la vida, la tercera pertenece a don Ramón Fimbres López, justamente enfrente de la tumba de don Marciano, en las tres tumbas de estos personajes de la historia de Tecate, están acompañados cada uno con sus respectivas esposas, Elena de Guajardo, Felipa de Silva y Concepción de Fimbres.
“Las tumbas son monumentos históricos, que guardan la memoria de una historia de vida”.