Editoriales

Invitación al Discernimiento 

XX Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C

“No he venido a traer la paz sino la división”

Lucas 12,49-53

Vivimos en una sociedad plural en ideas, creencias, intereses,

religiones, visiones de la realidad… En tiempos pasados, la

sociedad era más homogénea y los cambios profundos se daban

muy ‘de vez en cuando’. La defensa de la diversidad, las

libertades, la autonomía, mis derechos… son algunos rasgos en

el modo de vivir de las nuevas generaciones. Por otra parte, la

búsqueda de equidad, igualdad, la no discriminación… son

anhelos presentes en las luchas emocionales, afectivas,

ideológicas, jurídicas, políticas, religiosas… de nuestro tiempo.

¿Hacia dónde se inclina o se inclinará la balanza? ¿Buscar

equilibrios? ¿Qué futuro tiene alimentar radicalismos y

polarizaciones? ¿Se vale todo en las estrategias?

“No he venido a traer la paz, sino la división”, dice Jesús en el

Evangelio que se proclama este domingo. “He venido a traer

fuego a la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!”,

afirma para suscitar respuestas comprometidas en la acción.

Escuchar esta palabra tremendamente provocadora en tiempos

convulsos puede desconcertarnos. ¿A qué le apuesta Jesús?

¿Por dónde tiene que ir el compromiso del bautizado y, por

tanto, de la Iglesia?

El discípulo tiene que buscar, discernir y decidir su opción. La

indiferencia es una tentación cómoda que sólo pospone y

complica la lucha. El compromiso por la reconciliación, la paz,

la justicia, la fraternidad, la solidaridad, la compasión… es la

única opción válida para ser testigos creíbles en un mundo

plural y fragmentado. La fe en Cristo debe mostrar este rostro

como forma de ser, no como mera estrategia.

Al meditar el Evangelio de este día tenemos que pasar del

desconcierto inicial a la claridad serena del compromiso. La

‘división’ y el ‘fuego’ de que habla Jesús es una invitación al

discernimiento y a la decisión concreta por el Reino de Dios. Nohay duda que la opción evangélica es de paz y por la paz; si trae

guerra es con quien quiere hacer de la mentira, la indolencia, la

injusticia, la insolidaridad, la indiferencia… un estilo de vida. El

ejemplo de la familia ‘fracturada’ nos invita a pensar y a decidir

en la misma línea: optar por el Reino de Dios exige estar

dispuestos a cargar cada día la cruz del amor paciente y

misericordioso y a no asustarnos por la polémica causada por la

fidelidad al evangelio.

El cristiano, discípulo misionero modelo 2025, se sabe

ciudadano en un mundo plural, dividido, fragmentado y, al

mismo tiempo, anhelante de unidad, igualdad, convivencia

pacífica. En este mundo real está invitado a dar testimonio de

su fe. Vivir el Evangelio de Jesús en este ambiente es una gracia

y un reto que exige discernimiento para comprometerse con

inteligencia y audacia en la construcción de un mundo más

habitable. Los indicadores de una decisión correcta se verán

cuando el anuncio, la celebración y el testimonio del Evangelio

generen esperanza, fraternidad, amistad social, solidaridad,

justicia, igualdad, libertad, unidad en lo básico y amor

compasivo en todo. Entonces habremos avanzado en la

construcción de una paz verdadera.

Bendigo y rezo por nuestros estudiantes y las comunidades

educativas al iniciar un nuevo ciclo escolar.

+ Sigifredo

Obispo de/en Zacatecas