Editoriales

El señor Kurihara

El señor Kurihara
Motoshige conocía muy bien México y no porque lo hubiera visitado, sino por el manejo del idioma

En la prestigiada Universidad de Tokio, Motoshige Kurihara estudió el idioma español, lengua con muy limitado uso en el Japón de inicios del siglo XX, pero que el admiraba por los giros caballerescos y figurativos de El Quijote. Durante la guerra, fue enviado a Filipinas precisamente por su manejo de idiomas, ya que también hablaba el inglés.

A mediados de los 80 me encontré con él: era responsable de las relaciones internacionales de la ciudad de Yokohama y como tal, me recibió, atendió y construimos una gran amistad en los meses que permanecí en esa ciudad en el año de 1986.

Yo había obtenido una beca del Instituto para el Desarrollo Económico de El Banco Mundial para realizar un estudio comparativo de la educación de esa nacional oriental, Estados Unidos y mi país.

El centro de mis operaciones sería la provincia de Kanagawa, cuya sede administrativa es Yokohama, a una hora de Tokio, la
capital nacional.

Motoshige conocía muy bien México y no porque lo hubiera visitado, sino por la cultura general que él tenía a través del manejo del idioma. Era un hablante culto, ilustrado, con dominio de los vericuetos de la lengua cervantina.

Motoshige delegó en el señor Ken Narita la atención mía mientras estuve en mi estadía en Yokohama. Me ayudó a construir una agenda de reuniones con el Mombusho –Ministerio de Educación del gobierno japonés–; citas y visitas en distintas escuelas elementales en las ciudades de Sagamihara, Kawasaki, Miura y la propia Yokohama.

Recuerdo con gran emoción que el alcalde de Yokohama y su cabildo celebraron un evento protocolario con una comisión de ciudades hermanas procedente de Estados Unidos. Motoshige tuvo el detalle de incluirme, junto con mi familia, como parte del
comité de recepción. Simpático suceso, ya que éramos los únicos occidentales entre la amplia delegación japonesa.

Llegó el término de mi estadía en Japón, pero seguí en comunicación epistolar con él durante varios años. Al tiempo, le compartí una copia de mi libro El espejo de una nación: la educación pública en Japón, mi testimonio del estudio que hice precisamente en esa estadía en Japón.

POR ANTONIO MEZA ESTRADA

YERBANIS33@GMAIL.COM