
PIÓMETRA Y METRITIS
En esta ocasión vamos a tratar dos de las enfermedades más recurrentes que
afectan al aparato reproductor femenino. Las describiremos, las conoceremos a
fondo, sus causas, sus síntomas, sus consecuencias y todo lo que debemos saberpara actuar correctamente ante ellas.
PIÓMETRA
La piómetra es una de las enfermedades más frecuentes del aparato reproductorque los médicos veterinarios nos encontramos en hembras de más de seis años.El término piómetra describe un útero lleno de pus. En la fase del ciclo sexual de la perra que se conoce como diestro (que es la que sigue al estro o celo) se producen una serie de cambios en la matriz de la perra, si estos cambios uterinos se acompañan de una reacción inflamatoria aguda interna de la matríz, se producirá una infección en el útero o matriz.
Podemos decir, que el proceso que conducirá a la piómetra se inicia en el
momento en el que la perra está en celo, fase durante laque se produce la
apertura del cuello del útero (cérvix) que facilitará la entrada de bacterias desde lavagina. En la fase posterior al celo, es decir, en el diestro, se producirá el cierre
funcional del cuello del útero. Estas circunstancias harán del útero un medio
excelente para el desarrollo de las bacterias. Podemos, por tanto, afirmar que en
la mayoría de los casos esta enfermedad sepresentará a los dos o tres meses
después del último celo.
COMPLICACIONES
La bacteria más veces aislada en este tipo de infecciones es la E. Coli. Se trata de gérmenes capaces de producir determinadas toxinas que pasarán a la sangre provocando lo que se conoce como endotoxemia o autoenvenenamiento.
Casi todas las perras que presentan una piómetra se encuentran deshidratadas
enmayor en menor grado. Se debe también realizar un análisis de orina, ya que el 20 por ciento de las perras con piómetra presentan infecciones urinarias de vejiga. Cuando hablamos de signos de la enfermedad, debemos distinguir entre lo que es una piómetra de cuello abierto y una piómetra de cuello cerrado. En el primer caso veremos salir secreciones por la vulva de la perra que a veces pasan desapercibidas por el continuo lamido de la zona.
Si el cuello se ha cerrado y no permite la salida de las secreciones que se están
produciendo en el útero, los síntomas clínicos que presentará la hembra podrían
ser evidentes. Los signos clínicos más frecuentes son: dolor y distensión
abdominal (cinco por ciento), falta deapetito (65-74 por ciento), letárgia (75-100
por ciento), vómitos y diarrea (65-75 por ciento). Además, se presenta en la
mayoría de los casos un aumento en la ingestión de agua (polidipsia) y un
aumento en el volumen de orina (poliuria). Un síntoma bastante típico es la
dificultad que tienen estas perras para saltar o para subirse a determinadas alturas (sofás, coche…). Sólo un 20 por ciento de ellas presentará fiebre, a pesar de tratarse de una infección. Si la enfermedad no es diagnosticada y, por tanto, tratada, se presentará epticemia, endotoxemia, choque, hipotermia, y muerte.
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
El diagnóstico no es demasiado complicado, dado que esta enfermedad se dá en un momento muy concreto del ciclo sexual de la perra y los síntomas en la
mayoría de los casos son bastante evidentes. Aún así, es conveniente la
realización de radiografías abdominales y, mejor aún, una ecografía o lo que es lo mismo, un ultrasonido. Tanto en las imágenes radiográficas como de ultrasonido se verá un útero agrandado y lleno de líquido, es decir, una apariencia muy similar a la que se observa al inicio de la preñez y en el posparto inmediato. En ocasiones, algunas perras con piómetra, incluso con cuello uterino cerrado, pueden no tener una silueta uterina visible en la radiografía abdominal.
El tratamiento debe ser rápido, ya que cualquier demora injustificada puede
provocar la muerte de la perra, en especial en los casos de piómetra de cuello
cerrado. Lo más inmediato, mientras se realizan los análisis, es la fluidoterapia
intravenosa. De esta forma, conseguiremos mantener el flujo sanguíneo y
mejoraremos la función renal. También se debe establecer de inmediato el
suministro de antibióticos.
El tratamiento definitivo y de elección es y ha sido siempre la cirugía. La técnica
quirúrgica a realizar es la ovariohisterectomía, es decir, la extirpación de los
ovarios y la matriz. Debemos llevarla a cabo una vez que la perra esté estabilizada de los desequilibrios metabólicos para garantizar los resultados pero, como ya he comentado antes, no se puede esperar demasiado tiempo. Una complicación a tener en cuenta es el desgarro del útero, antes o durante la operación, ya que correremos el riesgo de una peritonitis y sepsis que podría acabar con la vida del animal.
El tratamiento no quirúrgico, es decir, el que realizamos a través de fármacos, se
ha utilizado en perras con un alto valor reproductivo y en aquellos casos en los
que la enfermedad se presenta en animales jóvenes. La mejoría clínica no se
observa hasta pasadas 48 horas y, en ocasiones, produce efectos secundarios,
como vómitos, diarrea y salivación, que pueden agravar el estado de salud de la
perra. Es por esto que este tratamiento sólo se recomienda en piómetras abiertas y el médico veterinario nos deberá advertir de la posibilidad de la aparición de una nueva infección después del siguiente celo.
METRITIS
La metritis aguda se presenta, en general, en el periodo postparto inmediato y, por lo usual, se asocia con problemas en el parto, manipulaciones obstétricas o
retención de placentas o fetos.
Asimismo, la metritis aguda puede desarrollarse luego de un parto normal o una
inseminación artificial contaminada.
Las manifestaciones clínicas, que comienzan a los pocos días del parto,
comprenden secreción vaginal mucopurulenta fétida y signos de enfermedad ,
como fiebre, anorexia y vómito. El agrandamiento del útero puede palparse. El
tratamiento de elección es la ovariohisterectomía, previa rehidratación con suero
intravenoso. En ocasiones, será necesario destetar a los cachorros y darles de
comer artificialmente, en especial si la metritis se ha acompañado de infección en las glándulas mamarias (mastitis).
Podemos concluir que, para evitar las enfermedades que hemos tratado, la
castración temprana de nuestras perras será una excelente elección. Una buena
edad para realizar la operación es a los ocho meses, aunque en algunos países se realiza aún más tempranamente. Se puede incluso posponer hasta que la perra tenga su primer celo, pero no ir más allá. De esta forma, además de evitar la presentación de una piómetra, impediremos la presencia de tumores de mama
que, en muchas ocasiones, son de carácter maligno, y que podrán provocar
metástasis en órganos como pulmones, riñones, hígado o bazo.
Revisión del tema: MVZ.Fidel Lozano Gaspar.
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