Editoriales

Dios es Familia 

La Santísima Trinidad. Ciclo C

“Todo lo que tiene el Padre es mío… El Espíritu recibirá de mí lo

que les vaya comunicando a ustedes”.

Juan, 16,12-15

Este domingo coinciden la solemnidad de la Santísima Trinidad

y el día del padre. Dios y el hombre, la eternidad y el tiempo,

paternidad divina y paternidad humana… A primera vista, algo

fuera de nuestra comprensión… Nuestra fe en el ser de Dios no

es sólo una invitación a la contemplación agradecida sino

también un himno a su vida desbordante y al asombro

agradecido de lo que significa la paternidad humana.

Al celebrar esta fiesta contemplamos a Dios familia e

imaginamos lo que es y puede llegar a ser nuestra familia y la

familia humana, si de verdad creemos en Él. Dios es unidad y

distinción en sí mismo; hay en Él una relación amorosa y

cordial entre el Padre, el Hijo y el Espiritu Santo. No confunden

su misión; tampoco se presentan como rivales. Dios Trinidad es

familia unida en el amor; es el modelo perfecto para la familia

humana.

La experiencia más cercana de familia para un ser humano son

sus padres. La experiencia más cercana que podemos tener de

Dios es Jesucristo, Hijo de Dios, quien nos ha revelado a Dios

como su Padre y nuestro Padre. “Todo lo que tiene el Padre es

mío” proclama el Evangelio. “Cuando venga el Espíritu de la

verdad los irá guiando hasta la verdad plena”, remata Jesús al

revelarnos la intimidad familiar de Dios. En nuestra familia, lo

primero que aprendemos (garabateando la señal de la cruz) es

invocar a Dios “en el nombre del Padre y del Hijo y del

Espíritu Santo”.

Hablar de familia es hablar de comunidad de vida y amor,

donación, intimidad, comunión, igualdad, diferencias… La

familia sigue siendo la escuela superior de la vida y célula

decisiva de la sociedad, a pesar de los cambios culturales y

sociales. Cuando la familia se desvirtúa la primera que lo sufre

es la misma familia y los efectos se resienten en la sociedad.

De igual manera, hablar de Dios es hablar de Trinidad de

personas en comunidad eterna de amor divino. Tenemos que

reconocer con humildad que sólo podemos balbucear quién y

cómo es Dios, misterio inagotable de amor infinito. Cuando la fe

en el Dios de Jesucristo se desvirtúa, la familia humana pierde

su fundamento y su horizonte. Se terminan las razones para la

igualdad, la libertad, la fraternidad, la fidelidad… La fuente del

amor se agrieta y el ser humano se ahoga en su finitud.

En esta solemnidad, contemplemos en el Misterio Trinitario la

grandeza, dignidad, igualdad, donación, comunicación… a la

que está llamada la convivencia familiar y social. Que la fe en la

Trinidad nos ayude a crecer en la madurez indispensable para

unas relaciones más maduras en la familia, la Iglesia, la

sociedad, la creación.

Gracias, familia, por enseñarnos a invocar a Dios Trinidad.

Gracias, Iglesia, por ser madre y maestra en la fe.

Gracias, Dios Amor, por tu amor compasivo.

Les bendigo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu

Santo. Amén.

+ Sigifredo

Obispo de/en Zacatecas