Un infarto fulminante acabó con el comunicador de la región. Se quedó recostado sobre su micrófono, como queriendo decirle a todo mundo “ya me voy, adelante Juana de Arco”
Era el 29 de febrero de 2012. Serían las siete de la mañana, y a su costumbre, tenía una hora de haber llegado con su abrigo doble y una jarra de café. Estaba en su cabina de la radio local, desde la que transmitió su matutino desde los años cincuenta. Augusto abrió el micrófono, saludó y dio la hora. Un infarto fulminante acabó con el comunicador de la región. Se quedó recostado sobre su micrófono, como queriendo decirle a todo mundo “ya me voy, adelante Juana de Arco”.
Augusto Hernández Bermúdez, originario de Chiapas, llegó en los años cincuenta a la entonces algodonera ciudad de Mexicali. Venía con una plaza de telegrafista de la que, ya jubilado, siguió trabajando para la radio. Inició como una columna deportiva. Luego noticias y música selecta, y finalmente un show formal con secciones e invitados, de lunes a domingos. Todos los días. Todas las mañanas.
El abuelito de la ciudad o del barrio diría “si lo dijo Bermúdez, de seguro que va a llover”; era pues el meteorólogo de la región.
Fue también el maestro de ceremonias de los eventos cívicos, hasta que alguien lo grilló y perdió la chamba y la antigüedad. Fueron los años de la primera alternancia en Baja California.
En alguna ocasión me dijo: Toño, escucha esto “estos autos son tan perfectos, que se escucha el silencio”.
Lo conocí en mis pininos, cuando yo me iniciaba en la radio. Cuando yo hacía turnos de madrugada o suplencias para completar el gasto, como estudiante normalista. Al retirarse a descansar pasaba a saludarme a mi cabina y me daba consejos. Hacía bellas remembranzas de la trova y el boleto, su música favorita. Era un gran conocedor de la música clásica y de las grandes bandas norteamericanas. Fue un maestro totalmente desinteresado.
Después, me ayudó en las campañas políticas de mis amigos Margarita y Ernesto; con ella pretendimos la gubernatura y con él alcanzamos la presidencia del país.
En su momento, Bermúdez fue a Querétaro y vivió la experiencia de la producción del libro de texto en su recién inaugurada nueva planta industrial.
Ya han pasado varios 29s de febrero. Bermúdez sigue vigente en Mexicali y fiel su lema “adelante Juana de Arco”, su grito de batalla.
POR ANTONIO MEZA ESTRADA
COLABORADOR
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