Editoriales

Ambiciones 

XXV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C

“No pueden ustedes servir a Dios y al dinero”.

Lucas 16,1-13

La semana que recién termina ha tenido colores, sabores,

sonidos, recuerdos, añoranzas, informes de gobierno… También

ha suscitado cuestionamientos, dudas, preocupaciones,

indiferencias; al mismo tiempo, alabanzas, gritos de mexicana

alegría, sueños… Son fechas significativas con diferentes

resonancias de acuerdo al entorno, la visión, los intereses, la

generación, el entusiasmo y las aspiraciones del momento.

Al mirar la inconfundible figura del padre Miguel Hidalgo y

Costilla en billetes, pantallas, cartelones… he vuelto a

reflexionar sobre una inquietud que ha rondado en mi cabeza

desde hace años: ¿por qué Hidalgo hizo lo que hizo? ¿Anhelo de

libertad? ¿Ambición de poder? ¿Dinero? ¿Generosidad de

espíritu? ¿Compromiso de fe? ¿Amor al prójimo oprimido?

¿Justicia social? Lo mismo pudiéramos preguntar a quienes

participaron desde el inicio del movimiento de independencia y

también ahora, a quienes participan, año 2025.

Doscientos quince años después, es muy difícil conocer sus

verdaderas motivaciones e intenciones. Ha habido muchos

intentos de aproximación a personas, influencias, contextos,

hechos… Ha habido tantas interpretaciones cuantas lecturas

se han hecho de acuerdo al cristal de los ojos lectores. La

verdad de las personas, sus obras y su entorno, están ahí.

Sobrepasan generaciones y fechas. El misterio de la

intencionalidad de las personas sigue abierto.

Quizás el padre Hidalgo leyó, meditó y proclamó el Evangelio

que escuchamos este domingo septembrino. No estoy seguro

qué interpretación dio a su lectura y qué tanto influyó en sus

decisiones. ¿Qué aprendería del servidor aparentemente infiel?

¿Qué pensaría del patrón confiadamente generoso de la

parábola? ¿Lo referiría al Padre generoso de la parábola del hijo

pródigo? ¿Se miraría en la inteligencia del trabajador que prevéy prepara con astucia su futuro? ¿Y el dinero que había de por

medio? ¿Y los acreedores de la parábola, de Dolores y

alrededores? Son preguntas que surgen a propósito de la

palabra de Dios y de las palabras de los hombres y mujeres que

‘nos han dado patria y libertad’. A mi parecer, nadie decide y

actúa sin cierta dosis de ambición, mezclada con generosidad.

¿Cuál prevalecería/prevalece?

El Evangelio que escuchamos y los acontecimientos de la

historia que conmemoramos estos días son espacios donde Dios

nos habla y actúa, siempre para nuestro bien. La lección de este

domingo y de estos días ‘patrios’ es clara: el discípulo de Jesús

debe discernir antes de decidir y actuar. El seguidor de Jesús

queda constantemente emplazado a vivir la experiencia del

encuentro con Dios para ser su testigo en clave de generosidad,

con los brazos bien abiertos para abrazar a los acreedores de

todo tiempo.

La tentación de la ambición por el poder y el dinero está

acechando en cada esquina. Me imagino al hombre ambicioso

frotándose las manos en la espera de que algún incauto caiga

en sus redes. La generosidad que se hace solidaridad es el

mejor antídoto para que la ambición no se adueñe del territorio

de las motivaciones e intenciones. Parafraseando lo que

decíamos cuando jugábamos a las cartas: generosidad ‘mata’

ambición, la controla y orienta.

Con el afecto solidariamente mexicano y mi bendición generosa.

+ Sigifredo

Obispo de/en Zacatecas