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Aguacateros de Michoacán toman armas contra cárteles; “si no luchamos juntos, nos matan”

Cansados del asedio criminal, 3 mil productores de aguacate y zarzamora de los municipios de Salvador Escalante, Ario de Rosales, Nuevo Urecho y Tarétan, en Michoacán, tomaron una decisión: levantarse en armas para defenderse y defender sus tierras de los cárteles de la delincuencia.

Hoy, en estas poblaciones, una verdadera fuerza armada privada custodia la zona, erigiéndose en una autoridad paralela que quiere hacer frente a los cárteles de la droga. Con armas de alto poder, han cerrado el acceso a sus comunidades a narcotraficantes y sicarios, eligiendo quién ingresa y quién no. Y para quienes ven paralelismos con el movimiento que derrocó a los Caballeros Templarios en 2014, lo dejan en claro: no son autodefensas.

“Queremos ser muy enfáticos. Nosotros no somos autodefensas, no somos grupos delincuenciales. Aquí en la vida lo único que sabíamos manejar era el machete y el asador. Últimamente se ha visto la necesidad de adquirir algunas armas aún con el miedo de no saberlas usar correctamente”, explica uno de los comandantes. MILENIO pudo ingresar a esta zona, ubicada a menos de 100 kilómetros de Morelia y que ya está controlada por un movimiento que se autodenomina como el de los “Pueblos Unidos”, el cual surgió en respuesta a las incursiones de Los Viagras y el cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que han buscado por meses sentar sus reales en la región, una de las más fértiles de Michoacán.

Los campesinos, encapuchados en su mayoría, instalaron 54 barricadas en Ario de Rosales, Salvador Escalante, Nuevo Urecho y Taretan, para protegerse. En el retén más numeroso, con 150 hombres armados, justo en la desviación a Aparicuaro, camino a la Huacana, tierra del (CJNG) abundan chalecos antibalas, fusiles AK-47, rifles R-15, pistolas escuadra y carabinas M-1 con lanzagranadas. En el punto, día y noche, en turnos de 12 horas, cuatro hombres con armas largas custodian la carretera de dos sentidos divididas por llantas. El pavimento está lleno de tierra y piedras para que los autos bajen la velocidad.

-¿Para dónde va jefe? -Voy para los Tumines. -Nada más le encargo que me abra su cajuela de favor. No vaya usted querer pasar para Huacana porque el acceso ahí está completamente cerrado. Los soldados de Pueblos Unidos dicen que son financiados por empresarios y aguacateros porque “les sale más barato comprar un rifle que pagar extorsiones”. También se cuentan en cientos los vehículos todo terreno en los que recorren la zona. Es el caso de un hombre de aproximadamente 32 años, ingeniero electromecánico, con varias hectáreas de aguacate en Nuevo Urecho, quien con un arma al cinto controla la carretera en el poblado de Parota.

-¿Quién los financia? -Nosotros mismos con mucho esfuerzo. También muchos aguacateros dijeron: mejor en vez de que me extorsionan pues yo apoyo el movimiento. La conformación de Pueblos Unidos comenzó hace alrededor de ocho meses en el municipio de Ario de Rosales, cuando se desbordó la desaparición de hombres, mujeres y jóvenes. Poco a poco el movimiento armado se expandió a localidades aledañas donde la gente demandaba seguridad. “Usted se imagina la gente que vivimos del jornal tener que perder un día como salir con un día menos en cada semana en nuestra paga para poder estar brindando nuestra propia seguridad y sacrificando nuestros propios cultivos, nuestras familias y el ingreso de semana a semana”, dijo un empresario aguacatero.

El 3 de junio pasado, la desaparición de Raúl Medrano, un correligionario levantado en Nueva Italia por un grupo armado, dio un impulso extra al levantamiento aguacatero. Por estos hechos, incluso han realizado bloqueos en las vías del tren en Taretan y de su compañero todavía no se sabe nada. “El acudió a una cita que tenía su actual pareja en el DIF en Nueva Italia y ya a la salida unos hombres armados llegaron y lo levantaron. No nos han pedido recompensa, no nos han hablado, no sabemos nada”, dijo Agustín, su hermano. A ocho meses de su conformación, Pueblos Unidos asegura que se han tenido buenos resultados. Un ejemplo es la comunidad de los Ates en Ario del Rosal donde, dicen, ya no queda rastro alguno de Los Viagras. “Tuvimos que seguirlos por donde quiera, peinamos los cerros caminando; cosa que el gobierno no ha hecho. Nos unimos por grupos de 20 o 60 a peinar los cerros y así los fuimos ahuyentando de aquí”, sostiene el comandante de la zona. “Nuestro esfuerzo ha sido para bien. De habernos armado porque ya hay menos asesinatos, menos secuestros, menos extorsiones, menos robos de carro”, agregó.

El comandante de Pueblos Unidos aseguró que su intención no es vivir “al margen de la ley”. Dice que si las autoridades municipales, estatales o federales les garantizan su seguridad, regresarán a trabajar sus tierras, pero si no es así, por incapacidad u omisión, exigen que incluso se les dé el apoyo necesario para transitar a un “auto gobierno” en la región, que incluiría la regularización de sus armas, como lo han hecho municipios como Cherán y lo están haciendo Tancitaro y la Cañada de los 11 Pueblos. “Que se nos dé el permiso a defendernos”, reclama. “También queremos que no nos desarmen que nos respeten y si algún día lo piensan hacer, que nos avisen. Que hagan el trabajo que nosotros estamos haciendo y a lo mejor nos retiramos”, indican.  El acoso hacia los agricultores, productores y campesinos, comenzó en 2019, cuando Los Viagras, impusieron un impuesto a los residentes que poseían árboles de aguacate, cobrando 50 mil pesos por hectárea por “tarifas de protección”.

Pero tenían competencia… Sus rivales del cártel de Jalisco Nueva Generación querían controlar el mismo tramo de tierra. Fue así como los residentes quedaron atrapados en medio de una lucha feroz y pronto la multimillonaria industria del llamado “oro verde”, objetivo principal para los cárteles, pasó de las extorsiones, a las amenazas, homicidios y secuestros que se volvieron el pan de cada de ese infierno Michoacano. Por eso dice que no le queda otra que dar, por esta causa, hasta la vida. “Nos hacen muchos males, Está muy feo… a mi me mataron a mi nuera, me mataron a mi nieto. Nos quemaron las casas”, lamentó un profesor de 72 años, quien ahora forma parte del grupo armado.

-¿Vale la pena cambiar el trabajo del campo por una arma que apenas y sabe usar? -Por supuesto que lo vale, nuestra familia es lo más importante y si tenemos que sacrificar eso es mucho más por nuestras familias lo vamos hacer. -¿Hasta la vida,señor? -Si es necesario hasta la vida.