Editoriales

Abrimos la primera página del libro

del año 2026

El espíritu de Navidad nos sugiere mirar con

humildad la pobreza y la esperanza de todo inicio:

un niño recién nacido, la dependencia de la familia y

de los vecinos, la fe en el plan y la providencia de

Dios, la confianza y ejemplo en la familia de Nazaret

y en la nuestra…

Los personajes de Navidad: María, José, los ángeles y pastores, le apuestan

al reconocimiento de Dios y a su adoración. María, la Madre de Dios, se

pone en total disposición a la voluntad de Dios; José trabaja más de cuarenta

horas a la semana; los ángeles cumplen su misión y hacen con gozo sus

respectivas tareas; los pastores gozan haciendo sus -aparentemente-

pequeñas labores; los reyes magos siguen la estrella, vencen las dificultades

y se comprometen con el Salvador encontrado en su caminar.

Iniciamos el escrito de las primeras páginas del año 2026. Lo hacemos con la

esperanza de que sea un año lleno de felicidad porque vamos a alcanzar las

metas que nos estamos proponiendo. ¿Será así? Dependerá de la visión que

tenemos de nuestro futuro, del esfuerzo que invirtamos, de las

circunstancias del entorno y de la providencia de Dios. Deseamos que sea un

buen año para todos… Nos deseamos felicidades…

La Iglesia nos propone que miremos con especial atención a María, la Madre

de Dios y la nuestra. Ocho días después del día de Navidad nos invita a

contemplar el otro lado del misterio: la gracia de Dios y la colaboración del

ser humano en la obra de Salvación. De parte de la humanidad ha sido María

quien ha pronunciado el ‘sí’ más comprometedor para que la encarnación se

hiciera realidad. Iniciamos el Año Nuevo celebrando a María, Madre de Dios

y Madre nuestra.Desde hace más de cincuenta años, nuestra Iglesia, preocupada por la

fragilidad de la paz en el mundo, nos ha sugerido que iniciemos el año con

un propósito y un compromiso de todos: la paz en el mundo. El día primero

del año celebramos la Jornada Mundial de la Paz. Recordemos que la paz es

don de Dios y tarea de cada ciudadano del mundo. Oremos y

comprometámonos a poner lo nuestro. La paz en el mundo es posible.

Oremos y actuemos.

Con la bendición propia del día primero del año en la liturgia de nuestra

Iglesia, bendigo sus ires y venires en 2026:

Que Dios, fuente y origen de toda bendición, les conceda su

gracia, los bendiga copiosamente y los guarde sanos y salvos

durante todo este año.

Que los conserve íntegros en la fe, inconmovibles en la esperanza

y perseverantes hasta el fin, con santa paciencia, en la caridad.

Que disponga en su paz sus días y ocupaciones, escuche siempre

su oración y los lleve felizmente a la vida eterna. Amén.

+ Sigifredo Noriega Barceló

Obispo de/en Zacatecas