
Se oye trivial, costumbrista, fácil, aparentemente reducido a la
fiesta de Fin de Año, a nuestras tradiciones…
No es agarrar una aldaba y ponerla en ‘modo cierre seguro’.
Tampoco es escoger la llave propia del candado, hacer el
procedimiento ordinario, sacar la llave…, e irse. Tampoco es
recordar y ‘picar’ la clave, esperar que la puerta cierre
automáticamente y nosotros desaparecer en la oscuridad del
pasillo, de la casa.
Es el tiempo de la vida, la propia, la de los compañeros de camino y la de los
vecinos de al lado.
Es el tiempo de la familia: la madre, el padre, los hijos, los hermanos, los
abuelos, las tías, los primos… Solos y juntos hemos avanzado algunos metros
en el tiempo. ¿Cómo? ¿Hacia dónde? ¿Juntos? ¿Cada quien por su lado?…
Encontramos presencias y ausencias.
Es el tiempo del entorno común de todos: el rancho, el pueblo, la ciudad, el
país, la escuela, el trabajo, la diversión, la religión… La política, la economía,
la sociedad… Con nuestras acciones y omisiones hemos contribuido a hacer
cultura… ¿Qué cultura? ¿Qué aprendizaje? ¿Es el México que queremos?
Cerramos el libro de la vida, vivida durante el año 2025. Repasemos cada día,
semana, mes… Hagamos el examen correspondiente a este año, vital y
existencial. ¿Lo dejaremos para el examen final cuando el tiempo de la vida
agonice?
Cuando iniciamos el nuevo año 2025 tuvimos muy presente que era un año
especial: un año Jubilar en la vivencia de nuestra fe. El Papa Francisco, como
buen padre de la Iglesia, nos indicó que era un Año Especial de Gracia,oportunidad y crecimiento en la caridad. Nos recordó que pensaba en todos
nosotros, peregrinos de esperanza, y nos sugirió ámbitos y caminos para
fortalecer y acompañar la esperanza. Ha sido un año rico en iniciativas,
peregrinaciones y manifestaciones de fe y esperanza. ¿Hemos afinado nuestra
esperanza? ¿Hemos profundizado sobre nuestro caminar y nuestro destino
final?
Al terminar este año, pongamos nuestra firma de gratitud, pidamos perdón
por nuestras negligencias y pidamos la gracia de seguir en el camino en el
tiempo, hasta que el Señor de la historia nos llame a la eternidad.
Cerramos el libro del año 2025… Lo ponemos en las manos misericordiosas
de Dios, nuestro Padre.
+ Sigifredo Noriega Barceló
Obispo de/en Zacatecas