
Conmemoración de todos los Fieles Difuntos
XXXI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C
“El que coma de este pan vivirá para siempre
y yo lo resucitaré el último día”.
Juan 6, 51-58
¿Se acabaron los obituarios? ¿Podemos esconder la realidad de
la muerte? Hace unos días leí en un periódico un obituario
donde estaba el nombre de personas y el día de su fallecimiento;
hacía tiempo que no me topaba con el listado de quienes
fallecían todos los días. Hasta el uso de la palabra parece
esconder la realidad de la muerte, pero ¿podemos esconderla?
Quizá podamos hacerlo, sin embargo, la evidencia de los
cortejos fúnebres y los cementerios nos delatan.
Vemos la muerte de frente cuando toca a la puerta de nuestra
casa y de nuestros seres queridos; los sentimientos y las
preguntas hacen presencia, mueven los cimientos de la vida y
nos presionan a buscar respuestas a las cuestiones del sentido
de vivir y morir con dignidad. La forma de responder puede
variar de acuerdo a la cercanía y la distancia con las personas;
es muy diferente la respuesta cuando hay fe en Cristo o hay
indiferencia. El hecho de hacer la señal de la cruz en quienes
viven o mueren y poner una cruz sobre el sepulcro es un
mensaje de esperanza.
Este día la Iglesia conmemora a los fieles difuntos de todos los
tiempos. La creatividad de los vivos para conmemorar a los
muertos, expresa el deseo de vivir eternamente; flores, coronas,
luces, velas, música… fiesta, lo gritan con fuerza. Son visibles
también los intentos de ‘hacer ganancia’ de todo lo que rodea
este día. La cultura heredada y sus nuevas modalidades han
contribuido a debilitar el sentido original y, en muchos casos, a
desvirtuar el sentido cristiano de la conmemoración.
En esta ocasión la conmemoración coincide con el día domingo.
Es muy buena oportunidad para recuperar y/o renovar elsentido cristiano de la muerte y la esperanza en la resurrección.
El mensaje central es la VIDA ETERNA y la promesa de Dios y
esperanza nuestra: VIVIREMOS PARA SIEMPRE. Dejemos que
la riqueza de la Palabra que la Iglesia escucha y proclama este
día lo diga con viva esperanza:
• Los que duermen en el polvo, despertarán.
• Tenemos en el cielo una morada eterna.
• Si el grano de trigo muere, producirá mucho fruto.
o Los aceptó como un holocausto agradable.
o Estamos seguros de haber pasado de la muerte a la vida
porque amamos a nuestros hermanos.
o Vengan benditos de mi padre.
→ El Señor destruirá la muerte para siempre.
→ Estaremos con el Señor para siempre.
→ El que coma de este pan vivirá para siempre y yo lo
resucitaré el último día.
Nuestra Iglesia proclama que Cristo ha vencido la muerte y, si
nosotros creemos y vivimos con Él y en Él, también viviremos
eternamente con Él. Morir con la dignidad de hijos es morir en
la esperanza de la resurrección. Vivir con la dignidad de hijos y
hermanos es ya vivir la resurrección en el tiempo. La misa
exequial anticipa y celebra ya la Pascua eterna.
Que las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de
Dios, descansen en paz. AMÉN.
+ Sigifredo
Obispo de/en Zacatecas