Editoriales

Miguel

Se desprendió de sus bienes, pidió la bendición a doña Manuelita, y se puso a las órdenes del general Villa

Las charlas de la abuela siempre fueron emotivas y reveladoras. Refiriéndose a Miguel, el hermano mayor de don Fermín -su marido-, admiraba su valentía y lealtad a la causa revolucionaria. Se desprendió de sus bienes, pidió la bendición a doña Manuelita -su mamá- y decidió ir a ponerse a las órdenes del general Villa.

Los Estrada eran de San Juan de Guadalupe, en el oriente del estado, pegado a Coahuila y Zacatecas. Se habían avecindado en la Laguna donde había mucho trabajo y mejor calidad de vida.

Villa a principios de 1914, venía bajando de Chihuahua rumbo al centro del país. Había que cortarles el paso a los federales de Huerta, había que tomar Zacatecas. Para llegar de Torreón a Zacatecas, había que reabastecer las máquinas de los trenes con agua y carbón. Tenían que tomar la estación de Velardeña, a la mitad del camino.

Allí había una pila de agua sobre la estación y una torreta para el abastecimiento de carbón a las locomotoras. La estación de Velardeña estaba a unas seis horas rumbo a Zacatecas.

La avanzada era de 50 jinetes que atacaron el puesto fuertemente protegido de los federales.

Se dividen en dos columnas y atacan directamente desde las vías, del norte y del sur, por donde no esperarían los federales. Estos avisan a Pedriceña y piden refuerzos a Cuencamé.

Para media tarde el fuego había terminado y una bandera blanca ondeaba en la torre de agua de la estación. Los comandantes villistas buscaban a Miguel, quien no aparecía.

Al día siguiente fue sepultado con honores en el panteón municipal de Pedriceña. Y allí está su tumba, que por estas fechas alguien la va a limpiar y le lleva flores. Hubo una época que tenía unos barandales de hierro forjado, pero alguien los sopeteó y ahora la tumba está al descubierto.

Miguel no supo que su esfuerzo fue valioso para el avance de la Revolución. Años más tarde, los generales de Sonora -a la postre los ganadores de la contienda- ocuparon y repartieron la hacienda de sus padres en Nazas. Diría la abuela, nadie sabe, para quién trabaja.

POR ANTONIO MEZA ESTRADA